Viaje por las páginas de un General
https://www.youtube.com/watch?v=NvtKx5HIlT4&feature=youtu.be
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Cuando esperamos una tercera persona para narrar los
personajes históricos, descritos como decimonónicos escombros, un escritor
curtido en las lides de las letras, nos enseña su propio oficio desde su prima
palabra y experiencia.
Cómo escribir la historia de un héroe que a pesar de habitar
un solitario pedestal cagado de palomas, logra hacerse regresar en forma de
fantasma para ser observado por el pintor y trazar un bosquejo surreal,
mientras el poeta para recuperar su necesaria crueldad, aplicada a su propio
cuello en la inútil e insana guerra declama su grito de pelea: “A DEGUELLO!!!”.
Y que suenen y
rechinen en luciérnagas nocturnas el filo de los machetes que cumplieron un
siglo y más por defender ideas liberales.
Finalmente escuchado por el insigne legionario del Huila, el humilde e inmenso Benhur, el escritor, el luchador sin carruaje en las mil batallas,
como auriga de las letras que nos sube en su carruaje por los vericuetos de la
investigación histórica, de las fechas y los libros para dar vida de verdad,
mediante la liturgia de lo esotérico, a esa leyenda venida abajo por los
tolimenses, para sentir que su historia no podía quedarse en la deformación
exclusiva de lo oral, sino que merecía el pedestal eterno de la novela y del
cloqueo de huesos y cascos que solo los iluminados y contradictores oyeron, y
pudieron con el autor abrir el sitial de los corazones de todos los que
habitamos el Llano Grande del Tolima,
para ubicarlo como la necesidad de los inútiles 200 años perdidos en la guerra.
La forma, el amasijo del collage, utilizado en la elaboración
literaria y novelesca me es muy familiar, aunque no obró la fotografía del
fantasma, como pudimos ejercerlo por allá en los años 88 del siglo pasado.
La paz que parece, ya no será tan sanguinariamente defendida
por la siniestra rula del subdesarrollo teñido de rojo, sino por la fantasía
del voto que alguna vez produjo la primera nación que guillotinara castas.
Aunque en nuestra patria hizo escuela el temor del indio y preferimos siempre
la abstención.
Con la sencillez y potencia de un escriba ptolemaico, el
redactor de la orden de Dios nos lleva de la mano a la forma, a la técnica de
escribir una historia sobre la historia, porque aún no sale ni saldrá de la
catedral de los libros que lo persiguen. Sus palabras sagradas, sus
cadáveres y su llamado al cuento,
nos refieren que el asunto no es crear el fantasma y escuchar su cuento y la
venganza preparada y salida de los labios proféticos del padre, origen de sus
días.
Este fantasma va escuchando la historia del escritor para
indicar que nosotros somos los fantasmas y que el suyo es el oficio de
escribir. Esta lección de cómo se escribe una novela, es la mejor frase de
aquel oriental, que en los años de militancia y desde un libro rojo nos
espetara a leer y nos grabara la frase para el mármol de la vida, aquello de
que, “La única forma de aprender es
enseñando”.
Este bardo de la vida sin necesidad de crear una academia o
un texto sagrado para ilustrar noveles escritores, nos enseña sin mas, como es
el sudor para llegar a la pagina en blanco. Cuando lo hace, la historia está
contada y desaparece el fantasma con la inútil inspiración.
Allí viene nuestro prejuicio, cuando el año en que se publicó
la primera edición del libro, no pasáramos del primer capítulo. No por
escepticismo de lo esotérico, ni por carecer de rudimentos sobre Trimegisto,
sino por esa insana adivinación de no corresponder el primer nombre femenino al
ideal de la voz de otra mujer, que fuera de nuestro gusto. Porque las historias
todas, ya fueron contadas. Solo podemos volver a contar las mismas historias de
otra forma.
El general Tulio Varón, bajó y puede volver tranquilo a su
pedestal para que se supere el grosor de la mierda, que es el olvido, si no se
abre éste libro.
Es nuestro pequeño viaje por sus páginas, General BENHUR.
Marco Polo
Altillo de Vilanova.
Mayo 13 de 2.014.
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