LA SED DE FERNANDO SOTO APARICIO

                     



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La sed del agua

Es la última alegoría del maestro Fernando Soto Aparicio, que como sumo sacerdote produce ésta obra para pintarnos la luz y la oscuridad, e incitarnos a terciar por la salvación del hombre, de la tierra, de la bondad.
En su presentación el mismo lo admite, este libro, es una declaración de fe.
Luego de presentarnos el libro de papel en general, con su calidez y su inmortalidad nos lleva a incursionar por su última oración dirigida al infante.
Porque el libro es un canto al pequeño habitante de la tierra en destrucción.
El poeta asume cual profeta de la vida, la palabra y con cuatro personajes que encarnan la tierra y el cosmos va con los adolescentes, por los senderos oscuros y los tiempos perdidos de la violencia del hombre, procurando la luz para dos de sus pupilos Ara y Tito, dos humanos que acompañan al poeta en la historia sin fin que cambie el odio por el amor. El recorrido por lugares que forman la piel del americano, alude a veces los círculos del poeta italiano, con los senderos de los Mayas, de los Incas, de los propios Arhuacos, donde las voces de los mámas concluyen la oración por la vida y los valores del ser. Este viaje a los misterios americanos, me remite además, al misterio de San Agustín, donde la escultura habla al hombre, de la vida y la muerte. Porque se trata de la misma música vuelta energía vegetal surgiendo de la tierra, vivificando a quien posa su pie sobre ella, formando comunión universal con todas las razas, del norte al sur.
Las guerras  y la destrucción pueden ser borradas de la faz de la tierra ejerciendo la cátedra del amor.
Diría que éste es el legado de un hombre eterno, que cual máma ha recorrido la tierra de sus ancestros para plasmar en la frente de los niños su obligación con la salvación de su hogar que llamamos tierra.
Lo esotérico se une a lo fervoroso de lo humano para elevar una plegaria al altar de la luz y llevar de la mano al niño para iniciarlo con su propia acción en la salvación de su mundo.
El verdadero legado del poeta es imponer a los niños,  la obligación de salvarse salvando al otro.
Marco Polo
Altillo de Vilanova
Bogotá 16 de Abril de 2015

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