MARIELA ZULUAGA

Gente que camina
Biita Kawéni i chjyu´bejnit

De una poetisa visionaria para todos las edades y los credos





JEEMBÚDÁ el niño de la selva. El joven Nukak  presa de los encantos de la mujer blanca, abandona su tribu y familia ubicada ya al borde de la civilización, cuando fueron desplazados por la la violencia del narcotráfico y la guerra entre ejército y guerrilla.

La fortuna del narrador que capta el testimonio de Jeembúdá, nos traduce de manera simultánea, no solo otro lenguaje nacional indígena, sino su propia voz urgida, dolorida y valiente cuando regresa a los cambuches quemados de desplazados que pretenden acabar con un foco de tuberculosis. Entonces aterrado de “remedios” y soluciones sanitarias civilizadas , huye y desea regresar a su infancia, la de su paraíso perdido por el desplazamiento forzado de la indolencia nacional del gobierno.

Se interna en la selva y memorizando todos y cada uno de los secretos de sus ancestros, logra el regreso a su tierra, un antiguo resguardo usado por la ingenua tribu nómada que en pleno siglo XX fue descubierta como los NUKAK, GENTE QUE CAMINA, esa de la que partieran los padres de la economía política para señalar aquel iniciático socialismo primitivo de simples hombres buenos en plan de recolectar su comida, de los árboles, los animales, los ríos y el medio ambiente en general.

La historia que nos cuenta Jeembúdá, con palabras que como dije nos traduce el narrador de forma simultánea al oído, desde sus propios significantes y significados, da la velocidad y regusto como si estuviéramos escuchando al niño que nos pinta un extraño lenguaje y permite que el relato ocurra de forma mágica para cualquier edad, dotado de universalidad, porque es el origen mismo del hombre, cual si se repitiera un nuevo poblamiento de la tierra.

El trato del niño, joven, con la mujer y el hombre blanco han mellado su vulnerable sistema inmunológico y pese a recuperar, usar y prohijarse de sus antiguos medios de vida con la ilusión, la fe del regreso, la música y sus propios espíritus y mitologías, pretende regresar a un mundo que ya fuera azotado  por una anterior pandemia de gripa, la del siglo anterior, donde pereciera su abuela y como pesadilla, su antiguo pueblo solo aparece en llamas y humo espeso como el rugir de un jaguar que presagia el abandono de sus tres espíritus al encontrar su tierra, su paraíso perdido por esa nueva peste que es el mismo hombre blanco, hijo de un desarrollo económico fallido, que no solo arrasa con las elementales pertenencias de su Ná a, madre, y con ella la madre tierra por la que sus hermanos tan solo caminaban y caminaban, permitiendo su descanso, para volver luego, cuando su recuperación indicara con nuevos árboles y animales que ya se podía regresar al sendero para recibir nuevo alimento.
Es un hermoso cuento real, del hombre manso sobre la tierra y de la manifestación de su voz telúrica.


Mariela Zuluaga nos trae la premonición de la extinción del ser humano.

Con el poder visionario del verdadero vate, está poetisa y narradora de Villavicencio nos vislumbra en la extinción de los NUKAK, la extinción del hombre sobre la tierra.

Porque si bien la historia se publicó en 2013, contiene en el relato de Jeembúdá el preludio de la extinción de la especie Nukak en su propio territorio, los territorios selváticos del Guaviare e Inírida, sus resguardos,  de donde fueron desalojados y azotados por aquella pandemia de 1919, y que otra novela de la tierra también diera cuenta. 

Hoy que escuchamos el cuento, vemos que se hizo preludio, enunciación apocalíptica de la pandemia que nos azotaría, porque ahora, estamos siendo víctimas de otra pandemia también de gripa, y afortunadamente hemos leído hoy esta historia, por la capacidad visionaria de una gran escritora que nos pone sobre aviso una vez más con relación a la extinción del hombre y para que quienes pervivan tomen nota de los cambios a realizar.

Una simple gripa para los poderosos y obtusos destructores de la naturaleza amazónica.

Un simple virus potenciado por la misma madre tierra polucionada y enfurecida en caos contra el hombre mismo, para callar de forma natural la prepotencia de la economía salvaje del capital, con su irrisoria y decadente idea del desprecio por la naturaleza y la humanidad a las que ha declarado sin valor, ampliando el tintineo monetario, frente a la simple y escasa supervivencia de la que fuera la poderosa especie que depredó al hombre por el hombre. 

Una novela para estos días de pandemia por el Covid 19, para todas las edades y los credos.


Marco Polo
Altillo de Villanova
Junio 9 de 2020
Bogotá D.C. 

Comentarios

Entradas populares