ROLAND BARTHES

Marcel Proust: 
En memoria de Marisca que luchó por no abandonar la página.

                                               
 En 1974 Milos, solo quería estar inmerso en literatura. Había trasegado años de escritura epistolar y crónica en sus Tacuinis y seguía en el cuento. Al ser publicado por primera vez en un quincenario acostumbrado por los políticos desde antes de La guerra de los mil días, (“Pregón del Huila” era el tabloide de otros liberales desteñidos) el sorpresivo suceso se convirtió en un socorrido grito que le hizo comprender que la labor de escribir era mas bien la de corregir, y dentro enfrentaba su realidad y su ficción. De las diez cuartillas del cuento con sabor a Dostoievski se diluyó con el sudor de las tardes a cuatro cuartillas o menos, de donde desapareció el ripio ampuloso y el largo título como un verso de poema rancio reducido a “Toñil”, que lo hicieron pensar en el imposible de ser autor y más bien, desaparecer como el pretendido escritor que en la dual lucha, se hacía delirio. Por esos días descubrió el libro de portada azul brillante, en la librería “Nuestra América” de Neiva, de un autor francés a todas luces editado y traducido en ese país, que comenzó a leer pese a que era la nueva forma crítica de ver la literatura escrutada desde el estructuralismo por esa especie de “científicos” de la lengua escrita, que pretendían una nueva “superestructura” y era difícil descifrar el nuevo uso de la novísima Semiótica, (Al menos en su curso) como tratado del signo con el significado y significante en aparente contradicción marxista del método dialéctico aplicado al análisis literario. Muy innovador y todo como se decía, para “el descreste” por todos los balbuceantes aprendices de cháchara izquierdista. Leyó el opúsculo y un maestro de Itusco se lo rapó de su falsa vida de lector precoz. Era un texto de Roland Barthes, similar a Ferdinand De Saussure que era el obligado y copiado por sus propios estudiantes de apuntes tomados de su clase y surgía también en esos años, el semiólogo norteamericano hoy eminencia e influencer en muchos temas, Noam Chomsky. Lo deslumbraba lo desconocido. Pero intuía su futura escritura en perpetuo enfrentamiento. 
La paradoja de ser publicado y no querer ya la publicación, fue a su juicio el acierto conque el cercano conocedor de Marcel Proust pretendió y hoy pretende, acercarnos a su obra. Cuando Proust quería ser escritor y desaparecer como tal. Y ésta parte del mismo ánimo contenido en PROUST por idear dejarnos una verdadera obra, no tanto monumental como al final lo es, sino correspondiente a su propia lucha interior, contra la labor critica de los gurús de la época que lo marginaron en dos oportunidades, cuando fuera rechazado por el editor y el crítico de turno. La primera paradoja, fue la de cristalizar su deseo de crear o escribir una novela definitiva frente a su casi decidida posición de abandonar la escritura. Proust quería abandonar la escritura, pero también escribir una novela retrotrayendo sus anteriores escritos e insertándolos en su nueva y definitiva obra que lograba o estaba logrando “cuajar”. 
“Proust está en la encrucijada entre dos caminos, dos géneros tironeando entre dos “mundos” que todavía no sabe que pueden conectarse(…): el ensayo (la crítica) y la Novela”. 
“La Metáfora fundamenta un discurso que se hace una pregunta: ¿Qué es? ¿Qué quiere decir? Es lo que se pregunta cualquier ensayo. En cambio la Metonimia plantea una pregunta diferente: ¿Qué puede venir a continuación de esto que estoy enunciando? ¿Qué puede engendrar este episodio que relato? Esas son las preguntas de la novela. Jakobson recordaba un experimento realizado en un aula infantil(…) 
Interpretar es tomar el camino de la crítica, debatir la teoría, posicionándose contra Saint-Beuve; vincular los incidentes, las impresiones, desarrollarlos es por el contrario, tejer poco a poco un relato, aunque los vínculos no sean demasiado sólidos”. “Hay lectores(Dice Proust) que se imaginan que escribo, sobre la base de asociaciones de ideas arbitrarias y fortuitas, la historia de mi vida” 

Y este asunto es el centro de su novela, A LA BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO. Una novela sobre la escritura misma, como muchas de las novelas modernas. Que según Roland Barthes, aleja a Proust del idealismo y lo acerca a una concepción sociológica del hombre histórico frente al hombre eterno. Nueva paradoja es el enfrentamiento con la postura crítica de uno de los dueños de la verdad “Contra Saint Beuve”, cuando es capaz de contradecir su retórica y negar que su obra sea autobiográfica solamente por usar el YO. Esta paradoja la resuelve Roland Barthes, con su teoría de “la inversión” al probar que Proust no es tal o cual personaje, sino que sus personajes están formados por diversas personalidades. 

“En suma, en la vida vivida y la vida escrita no hay una analogía sino únicamente una homología”

 Si bien es cierto ésta paradojal postura, de ser parte de una biografía y no serlo, es la curiosa defensa de la obra de Proust por parte de Roland Barthes

 “(…) los jardines dolorosos de los Campos Elíseos, porque aquí conoció el primer dolor, el dolor amoroso más salvaje, con todos los episodios de expectativa, celos, decepción, angustia, esperanza (…) y sin embargo, aquí conoció algo así como el dolor y también el placer, en el sentido físico de la palabra, ya que hay un episodio en su obra en el que luchan con Gilberte por diversión y vive lo que podría ser su primer orgasmo o su primer placer físico…” 
Nos habla luego de las CLAVES; la forma errónea de llegar a ser críticos de una obra, usando la biografía como exclusividad para interpretar la creación de los personajes comparándolos con los personajes vivos de quien tomó alguno de sus atributos o características. 

“Döazan, Lorrain, Monstesquiou, Wilde no componen Charlus, sino que Charlus irradia y germina en algunas figuras reales. El mundo proustiano es un mundo platónico (mucho mas que bergsoniano), está poblado de esencias y estas esencias están dispersas en la obra y la vida de Proust (…) poco importa que sean ficticias o reales” 
“El mundo no nos ofrece la claves para interpretar el libro, es el libro el que abre el mundo para nosotros”. 
"Cuando el lector lee la vida de Proust, no como anterior, sino como ulterior, respecto de su obra, va por buen camino, al contrario del crítico que intenta explicar la obra de Proust a través de su vida” 
Bergotte, Anatole France, Bergson, para pintarlos con palabras no son Charlus, ni Odette están formados como creen ciertos críticos, sino por personalidades diversas, sin ser copias de las existencias de las personas reales únicamente. Y eso unido a la especie de pastiche que usa Proust para unir no solo la ciudad y la provincia y crear una poética ilusión de estar en el mismo lugar o converger dos puntos al unísono, son el arte de la propia magia del narrador. El narrador que no es propiamente el autor. Aquel se queda con Marcel, y el autor con Proust. “(…) es que en el fondo hablaba de él: el narrador es él; pero también ha conseguido no hablar de él de una forma biográfica, es decir, siguiendo un desarrollo cronológico de su vida. Y por eso podemos decir que se trata de una biografía simbólica, y no de una biografía narrativa. El camino que hemos recorrido tiene un componente un tanto narrativo, hemos seguido sus diferentes casas, las de su infancia, las de Paris, las que lo acogieron al final de su vida, pero a fin de cuentas nos ajustamos al espíritu de su obra, ya que hemos actuado de manera fragmentada, y esto es los más hermoso de este libro monumental, el carácter esencialmente rapsódico, épico, diría incluso, de esta obra” 
Pero Combray si se materializa luego en Illiers y pasa a la historia como la fusión de la ficción con la realidad, que es la búsqueda y el encuentro de la ESENCIA de Proust, siendo la obra la que da las características a esa nueva realidad y no al revés. Y afortunadamente el café donde se podría degustar los cupcakes, o los muffin o la madalena, no es el mismo aunque se encuentre frente a la iglesia de San Hilario cerrada para Milos el escritor que viajó con ese único objeto. Ahora allí hay una tienda similar, pero sus propietarios que son turcos de mundo, no atienden los fines de semana y prefieren atizar su nuevo gusto cristiano al alcohol. Y la novela habla y musita tanta poesía del lugar, que debieron colocar pequeños amplificadores en las esquinas donde se escuchan hermosas baladas malogradas por el nefasto estallido de las motocicletas y las calles desoladas en un día festivo saliendo de invierno les deja ver los gigantes retorcidos, casi descuartizados o mutilados sus brazos pero en pie, que son ahora los plátanos que adornaban la entrada al pueblo desde la estación, hasta la pequeña plaza donde un Banco agrario rompe la magia de las páginas, antes de llegar a la casa de la tía Leoni para que un personaje femenino salido de la otra película, Delikatessen de Jeunet con el nombre de Ameli, les impida tomar fotos de la casa y las habitaciones ridículamente pequeñas y la cama que fueran de Proust, para obligarlos a comprar las postales en sepia cuando le preguntaron su nombre en ese francés de colegio. A cambio del desaire su compañera Angelique les aporta, las señas y el recorrido para que Milos llegue con Lis hasta el Precatelam, el jardín de infancia del escritor o narrador, y la situación provoque instantes de felicidad a los dos tirándose por el prado en esa emoción tan recién provocada por los lados de Swan, el riachuelo y los espinos blancos. Ese es el recorrido que hicieron tanto uno como otro, Barthes antes en aquel libro azul perdido y ahora en éstas páginas que hablan de Marcel Proust, y Milos en búsqueda del tiempo que se llevó a su hermano a la eternidad en Seminario o cerca de la tierra de Gigantes, y que les concierne a cada uno sin ser narradores ni personajes y mucho menos autores de algo como recuperar el tiempo. La búsqueda de la Esencia y la fragmentación, son dos de las características de la obra
 
“Ni Ensayo ni novela. La estructura de esta obra será rapsódica propiamente dicha, es decir,(etimológicamente) “cosida”, lo que es, por otra parte una metáfora proustiana, la obra se construye como un vestido; el texto rapsódico implica un arte original, como lo es el de la costurera: piezas, fragmentos, sometidos a entrecruzamientos, arreglos, remisiones; pero un vestido no es un parchwork, (labor de retazos) como tampoco lo es En busca del tiempo perdido”. “Nietzsche dice: “Hay que desmenuzar el universo, perderle todo el respeto” Jhon Cage profetizando, “De todas formas, el todo será una desorganización”.  La fragmentación, el uso de parrafadas o relatos de otros tiempos u otros libros, regresados y unidos en el puzzle que es su novela es un acto moderno, donde todo se torna en presente y donde el Yo Proust, tiende a ser todos los personajes o solo una parte de alguno. Así Agostinelli es una mujer y Albertina lo puede encarnar sin ser su copia. Y Milione jamás podrá llegar a ser el venenciano o el escritor. O Balbet al igual que Combray resume de la ficción la realidad Proustiana y la novela pensada en largos fragmentos, en tan monumental obra viene a ser resumida en el Tiempo recobrado, el último capítulo cuando se resuelve a escribir lo que ya está contado o escrito, tan cerca de Milos a “La caída” 
De ahí el juego de Barthes al traer las fotografías de personajes que pueden ser los nombres de los de la obra o mejor su representación o signo para dejar que el lector “su alumno” discrimine y resuelva esa otra paradoja de Agostinelli y su hermano, o de la tía Leoni y la madre o la abuela cuando el escritor encuentra sus nombres, es decir cuando el autor encuentra SU SIGNO, y designa casi por imitación al personaje imaginado y posiblemente ya escrito en sus viejos textos o apuntes. Allí es donde, escribe Milos, Se une la ficción de su hermano con la irrealidad personal. Y donde “El tiempo del nombre” adquiere las alturas que ha determinado para arrancar su obra, el deseo de escribir algo que bullía en su mente veinte años antes en unos cuadernos o en libros publicados ya. 

"No se trataba de contar su vida, sino que su vida tenía el significado de una obra de arte: La vida de un hombre de cierto valor es una alegoría constante, dijo Keats” 

Apuntes que nos agrega además en este libro Barthes para comparar el nacimiento o EPIFANIA del NOMBRE tan cercano al origen de la creación de la novela, como si fuera la fuente que la hiciera “CUAJAR”. Esa forma pardojalmente sencilla, es la que llama la atención en ésta obra, que por inconclusa da respuesta al que escribe pese a ser de la usanza estructuralista o marxista que nos enreda en sus nuevas expresiones de la semiótica, en aquellos años 74 de los semestres académicos de Milos en el ITUSCO de Neiva donde lo conoció. Sobre todo porque ROLAND BARTHES cuando quiso escribir algo profundo de Proust no lo hizo y solo nos dejó estos fragmentos llenos de ficción y realidad cuando fuera arrollado por un auto. 
“El momento de verdad no tiene nada que ver con el realismo(…) implicaría un reconocimiento del pathos en el sentido sencillo, no peyorativo, del término, y la ciencia literaria, cosa extraña, le cuesta reconocer el pathos como fuerza de lectura” “Los momentos de verdad son como los puntos de plusvalía de la anécdota” De allí las tres misiones de la novela: “1-Mencionar a los que amo. Pintarlos. Mencionar que no han vivido. 2-Enunciar abiertamente este afecto: Lo patético se puede enunciar. 3- La Novela, pues, no presiona al otro(Al lector) su instante es la verdad de los afectos, no la de las ideas: nunca es arrogante, terrorista: según la tipología nietzscheana, se sitúa al lado del arte, no del sacerdocio”. 
Se conjuga a plenitud con Borges, cuando señala de su obra, que importa más las emociones aportadas al lector y el placer de la lectura y que solo ha escrito UN SOLO LIBRO, señala finalmente Milos. 

“Proust ha sometido su vida a la escritura, con él termina un género, la biografía, mientras que empieza otro (Si se me permite el matiz): la bio-grafía, la escritura de vida.” 
“Cuando se derrumba también la barrera que separa habitualmente la realidad y la ficción, estamos frente a un delirio” 
La primera novela cuántica que destruye el mecanicismo del tiempo sin presente ni futuro y pasa a otro mundo paralelo con otro yo en nueva dimensión. 

Marco Polo 
Desde mi cálida terraza
Agosto 10-25 de 2023 
Neiva Huila.

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