Tristram Shandy

Buscar la originalidad de la novela





Contar el cuento de otra manera.
Elaborar la novela a partir de la pretendida innovación.
Crear. Ir al origen. Ser exclusivo.
Nada de lo anterior es posible sin penetrar en lecturas a veces insondables, a veces, caóticas, a veces imposibles o eternas como el tiempo, o simplemente como dicen escasos lectores o maestros perezosos, obras demasiado largas.

La historia de la novela se desarrolla a partir de autores de las obras mas dilatadas.
Los que hemos admitido nuestra autodidactia, podemos decir que hemos trasegado por muchas páginas, la mayoría de las cuales por su vejez, se defendían con los ácaros de su eternidad y de la fácil auscultación, por la inmensidad de sus paginas.
La que pretendo reseñar es un obra en letra pequeña tipo 10, en 642 páginas.

La necesidad de la época que requería una realidad impuesta u obligatoria, desde las novelas de Defoe y su Robinson Crusoe, o Moll Flanders,  a Swift y Los viajes de Gulliver en macro y micro, que hicieran crédula la palabra del autor,  frente a la obligada Ley de licencias para el teatro desde 1740 y un atrevido estilo, en el nuevo género, que propusiera el desorden como orden en la no linealidad, y refundiera al autor con el narrador al elegir diversos puntos de vista y encontrara en nuestro autor hoy reseñado, la fórmula de la innovación para encontrar caminos nuevos y contar como le parezca, desde su interior o desde el punto de vista del otro, sin ataduras, de forma subversiva.

En mi periplo por los libros y la novela, he podido ir a la importancia inglesa en el desarrollo de la misma, en su aporte a la novela moderna.
Ya expresaba mi beneplácito al haber podido descubrir en Henry Fielding y su Tom Jones,  la Parábasis tomada del teatro, al momento de ofrecer una especie de opinión no solicitada al narrador, desarrollada luego como argumento principal en la obra de Laurence Sterne, a quien tratamos hoy como uno de los mayores aportantes a la novela moderna, que junto al humor dentro de la obra y a su doble sentido e irónica forma de criticar el establecimiento a punta de supuestos rijosos en su expresión, logra jugar con el tiempo, el estilo y el tema para novelar, tomando también lo gráfico de la aposiopesis, pequeños dibujos, hojas en blanco o en negro, para intentar con el actuar interactivo al que somete al lector, a invitarlo a un paseo profundo por el mundo de la creación literaria y novelesca a partir de la digresión como personaje o tema central de una novela.

Tristram Chandy es el nombre del narrador de su “Vida y Opiniones de Caballero”, que pretende contarnos su historia desde una primera persona y desde una época en que aún no había nacido. Y cuyo nombre debía ser Trimegistus y por causa de un pequeño desliz de la nana que debió “denunciarlo”, solo atino a recordar algo como “Tristram”, con lo cual podía ser privado de un brillante futuro por la carencia de la inspiración del nombre monumental.
Entonces desde 1759 en que salió por entregas el volumen I, surge en el autor toda suerte de creatividad para llevar como tema a la novela, que debía rebasar la prohibición reinante contra el teatro señalador y tal empeño lo llevó por diez años más.

A los que deseamos contar el cuento de otra forma, nos viene como anillo al dedo el haber encontrado luego de mucha búsqueda ésta novela, reconocida como extraña, como suele decirse de las obras no tan digeribles de nuestra literatura, no lineal, ni fácil y sí llena de profundidades, que han penetrado a nuestros mas queridos autores latinoamericanos para cimentar el género, desde Borges con citas de obras inventadas, a Cortázar buscando el lector cómplice con saltos y gráficos, Lezama Lima o Cabrera infante, o cualquiera que quiera escribir una novela utilizando como técnica, cuentos a manera de capítulos o ir por las ramas de tema en tema.
Novela para no agelastas, novela para atrevidos, para especialistas del siglo XVIII, para buscadores, para quienes entienden el palimpsesto en la novela, al enunciar autores  y obras de quienes leyó y retomó.

¿La vanguardia es simple intento de originalidad?

En nuestro caso, desde 1976 deseábamos un libro que hablara, un libro que fuera la voz del escritor, un libro que fuera la imagen del escritor. Este suceso se pudo realizar apenas hace unos diez años a lo sumo. Con el advenimiento masivo del internet y la generalización del blog, que permitió ilustrar el texto con la voz e imagen del autor.

¿Y al volver los ojos a una obra del siglo XVIII, para hacer vanguardia, no es regresar a lo trasnochado?
El admitir que se investiga, es proveerse del pasado para hacer del presente una aparente innovación.
¿Y los que no auscultaron y creyeron que es la genialidad la que dota de creación?

Es más, Vila Matas en “Historia abreviada de la Literatura portátil incorpora sin rubor alguno a su primera novela, aspectos de lo que trae en su obra Laurence Sterne, en el Tristran Shandy, manifestando que es el libro principal de su biblioteca. Allí encontramos su interpretación de lo que, alegre, voluble y chiflado es ser “shandy”.

Ahora, sería bueno volver a preguntarnos aquella falsedad que cada cinco años nos exhiben como nuevo.
¿Existe literatura nueva o joven?
La literatura es y seguirá siendo una. No importa la edad del autor. Si el joven no lee o investiga y sí lo hace el viejo autor, éste es el que innova o trae las enseñanzas de los que ya elaboraron una idea.
La literatura no es para perezosos genios, como suelen a veces colocar en libros de nuevas promociones de escritores.
Sobre todo si no han ido al fondo, al origen.

Vida y opiniones del Caballero Tristran Shandy”, es eso.
Digresiones locas desde antes de nacer.
Es una historia contada al modo personal del escritor.(“Que dejen a la gente que cuente sus historias como le parezca”).
Como es su concepción o  su idea de escribir. Con ejemplos de Rabelais, Cervantes, Shakeaspeare, Locke que lo inspiran, se torna subversivo.
Asumiendo “la libre asociación de las ideas”, de John Locke, expone con sus propias obsesiones, (que todo mundo posee), las “hobby horses”, toda una postura satírica contraria al establecimiento, donde el empirismo de Locke, entra en contradicción con la ética y es una protesta a la predestinación religiosa.

Es un escrito para no Agelastas. Porque su lectura requiere humor. Complicidad.

Cuenta de forma abierta que se trata de digresiones y las explica, porque cuando se camina, no puede uno dejar de mirar a los lados. Reluce el humor, la extravagancia o el atrevimiento para satirizar al crítico literario del momento.
Novela escrita desde el YO, que se adelanta en mucho a los “inventores del monologo interior” siendo además sus alumnos, Joyce y la Wolf.”

Marco Polo
Altillo de Villanova
Julio 28 de 2017.
Bogotá.




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