DE NUEVO BANVILLE



“El pasado late en mi interior como un segundo corazón”





EL MAR

Que llevó a Banville, del Man Booker, al Príncipe de Asturias

Un hombre viudo con una hija, resuelve regresar al lugar de veraneo, donde conoció sus dioses.
Una familia de mayores recursos económicos frente a la suya de la que se llega a avergonzar, sobre todo, luego del abandono del padre.
Allí  en ese país de su infancia, recuerda la atracción pecaminosa, no con Chloe la hija, sino con la señora Grace la madre, de quien recibe en la playa la posibilidad de dejarse penetrar por su mirada hasta la intimidad y de quien alguna vez recibe algún abrazo comprometedor.
Pareciera el inicio de su final novela,  Antigüa luz” donde de manera desenfadada y abierta el adolescente ejerce el sexo con la mujer mayor. Recurrido tema que aquí es naciente, límpido y no muy atrevido.
Debido a ello, la novela no es clara, fácil. Atrapante.

Las descripciones de las cosas internas y externas revuelven en el presente y el pasado el dolor, y la teoría del recuerdo, hacen del texto una especie de relato cercano a lo poético dejando de lado las preocupaciones del movimiento de la trama.
Cercenando la acción externa por lo interior.
Se nota la timidez frente al último libro que también reseñáramos en LITERATURA Y MISTELA y en el que libera su palabra produciendo un gran brecha de luz.
Aquí es más oscuro, más cauto, por la falta de arresto que la poesía diluye, licuando en tres o cuatro sucesos básicos, la muerte, la soledad culposa del hombre y el necesario y perenne pasado tan vital.
Su descripción tiene que ver con los colores que mezcla en su paleta de pintor, con sus escorzos, perfiles, angulosidades, movimientos y textura de claridad.

Son dos muertes sentidas por el mar o cerca del mar.

¿La falsa apreciación del niño permitió el desenlace de Chloe?
Ese nombre a lo mejor tomado de Longo, por aquello de ser la bildumsroman del ejercicio material del amor, parecía llevarnos al recuerdo de esa hermosa novela pastoril griega, ese preciso día, en que lo obligaba a llegar al fondo su impetuosa necesidad.
Las descripciones de lo humano, son comparaciones poéticas de las cosas. Como si delirara por el alcohol. Como si quisiera sumergirse  en la botella para llegar a la placidez del olvido de ese mar que le dio y quitó esos dioses aparecidos en la infancia y que nunca podrán abandonar al hombre.

¿Su relación madura no es acaso una farsa para ocultar la soledad ejercida desde la infancia?
El cinismo de tal relación ni siquiera es maligna, o negativa sino lo único con lo que el ser humano logra mitigar la falencia de ser un aprendiz, nunca el profesional de la vida. Esa que no permite el error, la que no trae manual porque se produce de una sola y definitiva vez y el regreso atrás, solo se puede dar con el recuerdo.

Al liberarnos o ser presa de la viudez, los impulsos nos llevan otra vez allá, a la infancia donde tuvimos la oportunidad de tocar el cielo, que junto al mar, se ubican en la misma línea del horizonte y que no sentimos que nos quita, sino que nos da.

Marco Polo
Altillo de Villanova
Bogotá  10 de Julio de 2015.

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