ARMAS PARA DEJAR DE CHATEAR
Reflexión
de San Agustín
(Hace 23 años recién publicado mi libro de cuentos
“Cuarto de amor discreto”, un Fiscal, Compañero de orden público, me retaba al
preguntar, por qué escribía cuentos si ya su paisano Gabriel García había
recibido el premio nobel. Hoy en ésta reflexión sobre “Armas de Juego” mi
novela, pretendo responderle).
Había una vez en éste país, un escritor tan grande que borró
cualquier autor posterior a su obra en un largo lapso de años.
Salidos de aquel abismo, quedamos los condenados a escribir
sin premio alguno.
Y de qué escribir, pensábamos, hace unos cuarenta y mas años.
La fórmula era la tercera persona decimonónica, la de los
novelistas franceses y los mundos supuestamente creados, que al final eran el
mundo real del autor pero llevaban
disimulado el nombre de un falso pueblo.
Toda una falsa ficción, la que se nos obligaba a repetir.
Nuestra rebeldía perpetua se negó a hacerlo.
Muchos dejaron de escribir por eso y nunca volvieron a
intentar publicar la obra que martirizaba su interior.
Si volvemos a la condena, que es la necesidad de escribir,
debimos revisar las viejas cuartillas escritas en cuadernos de escuela, como
los “Tacuinis” chinos mágicos, para adivinar el futuro, donde escondimos
nuestro rudimentario tesoro lleno de páginas sobre qué escribir, para cuando
pasara el desastre del realismo mágico. El propio autor premiado reconoció que
de su obra trascenderá la que tiene pies en la tierra.
Entendimos que la cultura y los libros y las historias son un
palimpsesto de la vida. Se nutre de la vida y la historia cultural, capa tras
capa.
Entonces volvimos a la humildad de Antón Chejov reconocido
como el mejor escritor de cuentos moderno y resolvimos quedarnos con su fórmula
popular: “Pinta tu aldea y pintarás el
universo”.
Pero también recurrimos al más académico de todos los
cuentistas, nunca premiado con el nobel y nunca superficial y quien enseñaba en
lenguaje mas docto, porque pese a su ceguera pudo ver más que muchos escritores
premiados, que todo lo que se escribe en los libros que se escriban, no es otra
cosa que “nuestro rostro” recogido en
esos pequeños cristales de espejo quebrado.
Entendimos que la literatura tiene su origen en la necesidad de contar. Y lo que se
cuenta es la necesidad. Tan antiguo como el hombre que sin palabras aún, debió
dibujar el bisonte para poderlo cazar. El resto tenía que ver con lo actual,
con la forma que adoptaríamos para escribir éste libro, ya resumido por títulos
de cada capítulo en los viejos cuadernos aludidos.
¿Tendríamos aún la
frescura del año 72 para recuperar los recuerdos?
Como dije, esos recuerdos estaban casi escritos en los
cuadernos mágicos guardados por cuarenta y un años.
Por eso en los años de la recuperación de los recuerdos, debí
participar en un concurso de cuentos que me indicara si la gente entendía aún
lo que trataba de contarles. Y sí. Fui elegido con 16 más, de entre 427 escritores, para hacer parte del
libro “ Para no olvidar el rastro”
publicado por la Onu, Unaín y Dos mundos.
Luego, sólo debía encontrar la forma, la armazón, la argucia
para contar aquello y resuelto el asunto de lo que escribiría que no era otra
cosa que sobre “Mi aldea”, me propuse
publicar mi primera novela haciendo de cada capítulo un cuento, ese cuento eterno que se iniciara escrito con Bocaccio,
que fuera hijo de las mil y una noches y de la Odisea, o de los cuentos
fantásticos del porteño, el cuento de nuestra provincia, donde se pudiera
contar aún, que somos hijos de un pueblo escultor, que sin hablar, contaba
cuentos del mas allá y sucesos vitales de todos los hombres del mundo en el
momento crucial, que era la vida del ser mas violento de la naturaleza: El hombre,
el colombiano de cualquiera de nuestros pueblos del Huila.
Cuentos de piedra
Sin querer ser presuntuoso y si abierto, diría que este libro toma su idea corporal en la forma
de una novela de un latinoamericano del sur que no tuvo hígado para culminar
toda su obra tan salvaje como su vida o de otro cuyo cuento se hace ceniza. Y a
su vez, de la forma de un Francés, del libro con un título tan sugestivo como
irónico: “La vida instrucciones de uso”.
Pero todo lo había resumido en su frase, Borges. Que son pedazos de un
edificio, donde las cosas casi cuentan las historias de sus habitantes. Pero
también de la actualidad, de la atrevida forma de Vallejo el paisa, que
resolvió en contra de Gabriel García escribir en primera persona, como un
valiente, cual si se desnudara para el mundo. O de otro paisa, que cual
testimoniante refiere como sintió la muerte de su padre. Del alemán, que se
negó a seguir creciendo en medio de la guerra. O del eterno irlandés que hace
de los sucesos de un día una obra de casi ochocientas páginas y propone un
juego a sus amigos para descifrarlo. O del otro francés que nos enseña el
método eterno de buscar los recuerdos. O llegando al principio, los cuentos de
los abuelos, nuestros cuentos de miedo para las horas nocturnas, con matones
pasando a nuestro lado, o los comics que antecedieron la televisión ?
Este es un libro nacido de la vida y de los libros.
Todos. Cada uno tiene aquí su pequeña cuota de admiración.
Pero como lo han dicho lectores comunes y avezados, en éste
libro se encuentran los colombianos. Una época recuperada de nuestra historia.
El origen de la actual violencia, pese a que su historia no es otra cosa que la
historia de dos niños y muchas familias que podemos resumir así como dice el
pendón, que abandoné en el maletero del carro:
“Al comenzar la década del setenta, un adolescente rescatará para su
hermano la memoria del pueblo. Memoria que a lo mejor nos aclare la causalidad
de la guerra sentida de reojo por dos niños, a finales de los años cincuenta y
los sesenta”.
Estrecho del Yuma
Y volviendo al sabio ciego que sólo se
jactó de lo que había leído, cómo me gustaría que se acabaran los corruptos
concursos literarios y mas bien, volviéramos
a mirar la luz en la lectura. He pensado que la salvación en nuestro
país está en la lectura, en los libros. Que debiéramos llenar la patria con
concursos de lectura y dar premios por ello.
Este libro es la recuperación de la memoria histórica de
nuestro pueblo huilense para contarla de nuevo a nuestros hijos. A los jóvenes
de la era digital que se rompen los pulgares contra un pequeño adminículo
electrónico, chateando el juego, el sonido y la comunicación porque no tienen
historia, ni quieren saber quien es Mandela, porque carecieron de nuestra etapa
dura, sufrida pero creativa, del ejercicio, elaboración y lectura de nuestras
ARMAS DE JUEGO.
Marco Polo
Altillo de
Villanova
Bogotá D.C.
Noviembre 17
de 2014
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