Orhan Pamuk

Estambul 

Ciudad y recuerdos





 


 

Mágico libro que el autor resume en el barrio pobre de EŸUP

 

Es otro sueño de Coleridge, en el que ese doble que siente que va con él se materializa en el HÜZÜN, doble sentimiento también de nostalgia-amargura final que permite mezclar su extraña felicidad siempre unida a la ciudad. En la que ha vivido su infancia. Donde siempre vivirá.

La miseria, la ruina, la vida y la historia es el descubrimiento de la felicidad y su desaparición  instantánea, las que provocan la unidad de su Hüzún, pero no solo al escritor, sino a todo estambulí que ha tenido tan cerca la grandeza y las cenizas de las casas de madera de la ciudad, o la derruida muralla, como el sueño perfecto que desaparece segundos después en los instantes en que despertamos.

 

Más la magia de la ciudad no es el retorno a Las mil y un noches

Esa es la visión occidental del viajero, del turista que tanto la desea. 

 

Es mas bien la certeza de haber tenido conexión real alguna con una mujer del harén del Sultán, con ese poder que aún no desaparece del humo negro de los barcos y que juega cartas con su abuela porque se ha casado luego de forma tan común y corriente para convivir en su barrio de clase media alta, el edificio Pamuk lugar cierto, pero cambiado o mudados por doscientas casas donde habitó.

 

Es un largo canto a ese ser que va desarrollando por calles y visiones familiares, por museos internos de salas cotidianas y olores rancios pegados a murallas y mezquitas con tiempos que suben o bajan por la escalera en el Cuerno de oro, en paisajes que luego de haber sido delineados por sonidos en blanco y negro, o por radiantes incendios del pasado, como arde la película antigua, en la inmediatez de la flama que pudo tocar y ver en el Bósforo donde luego volaban las cenizas. 

 

Su permanente vista de los sucesos por donde pasó su otra realidad que la fuerza de un nuevo estado no pudo cambiar u occidentalizar, para el niño y escritor maduro que la recuerda porque la visión de su patria reñía en el alma, con esa otra visión que se le quería imponer. 

 

Aquella era su vista diaria llena de pasado que fraguaba en su inmensidad el nudo en la garganta de la amargura, por la querida ciudad donde puede ver al unísono la perdida, el hundimiento y el viejo resplandor oscuro de una historia inmensa que se acaba de perder. Que ya no es suya.

 

Es el artista infante que no miente, pegado como tiempo a sus ruinas doloroso y cautivo, que puede adivinar en una piedra la estela de la gloria de un pasado que se deshace en el aire como ceniza y que necesita tener la prueba de su existencia antes que desaparezca el sueño y toma fotografías de todo a su alrededor que al final son paisajes internos en blanco y negro. 

O el desgranarse de los grabados de Melling que atrapó el Estambul del siglo XIX que le permiten hacer éste libro cargado de emociones que son la esencia  de su atmósfera.

 

Y son las fotografías por encargo del Sultán Abdülhamit sin personajes las que viven para su sentimiento, Estambul y su imperio. 

 

Y su alejamiento final a la escritura es porque aquello no llenaba su deseo profundo de representar no la vida que vivía, sino la que anhelaba. 

 

Sus mejores fotografías las fue tomando cuando comenzó a escribir este libro, las elaboró con palabras. Y aunque Ara Güler el mejor fotógrafo de la ciudad diga que la fotografía no es arte, las ama porque contienen su infancia y lo hacen regresar a los años 50 y 70 de su vida allí.

 

Que encuentra la pintura como juego y la arquitectura como obligación, pero que huye y devanea y enfrenta la ética maternal para no seguir engañado y entre los dos oficios resuelve que será Escritor.

 

Ese escritor que en el Museo de la inocencia su novela, elaborará un catálogo. 

 

“Nos quejábamos de que todo era antiguo  e inútil, y hoy en cambio nos quejamos  de que todo es nuevo e innecesario”

 

“Pero si lo importante para un pintor no es el realismo de las cosas sino su forma, para un novelista no lo es el orden de los acontecimientos sino su estructura, y para un escritor de memorias no lo es la verdad del pasado sino su simetría” 

 

Marco Polo

Altillo de Vilanova

Primero de Febrero de 2023.

Bogotá D.C.

 

 

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