ORHAN PAMUK


Me llamo rojo


 

 

Es la historia de los libros amados en 1500 por los turcos, contada a partir de un crimen. 

Los libros e ilustradores miniaturistas. El poder del libro frente a la historia del Sultán.

 

El arte de la pintura ilustrativa islámica, impuesta, religiosa, inamovible, frente a la evolución natural del arte occidental.

 

El ojo de Dios, el ojo humano.

 

Como si fuera la prueba que requería una novela donde quien inicia el relato es el muerto, el mundo y atrevimiento de la novela moderna, incursiona para relatar desde el hombre y las cosas, toda una época de Arte, de lujo poder y amor, con el surgimiento de la novela histórica del siglo XVI, donde lo religioso la dota de una realidad maravillosa como si fueran cuentos de las mil y una noches, que fluctúan entre lo verosímil y lo oriental, lo oscuro y extraordinario.

 

Es notorio como los nombres queridos y cercanos del autor, su madre, su hermana y el propio yo, lo ayudan a descubrir que en esa relación familiar está resuelto el asunto del lenguaje de una época.

 

A veces sentimos que reitera las historias dentro de las historias, pero estamos seguros que lo que reafirma es la verdad de la historia turca sobre los libros. 

Los amados, respetados y poderosos libros ilustrados con la visión de Dios que obliga muchas veces a la ceguera del artista, para que deba pintar de memoria. 

 

La memoria sacra del Corán.

 

La polifonía que me es tan familiar, nos estimula a unir con un pegante mágico cada historia, pero lo fractal tiene que ver con cada voz, que nos lleva a la solución de los crímenes. 

Porque ese primer crimen, la hacen una novela negra y el segundo es para complicar y jugar a la adivinanza del criminal, a partir de señales que dan los cuadros. 

La escuela, el negado estilo que debe ser la impronta del arte occidental, allí prohibido y luego consentido como inútil al fin de los tiempos del héroe, que nunca será un héroe feliz.

 

La mujer, es el personaje más doble, ambiguo, desleal que solo enseña, lo  que mejor piensa en el pragmatismo de su necesidad, de sexo, de seguridad de un ideal de felicidad, parecida al final a la detención de un cuadro en el tiempo, ese retrato que evite mostrar la ancianidad.

 

De oriente a occidente, esa cultura conservadora, que se hace tan igual para todos los seres humanos.

 

Marco Polo

Altillo de Vilanova

Junio 20 de 2019

Bogotá D.C.

 

 

 

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