Marco Polo

EL HOMBRE DE CAFETO

 



 

Hace treinta y tres años cuando era funcionario en el pueblo que ahora llaman el corazón del Huila, recibí al despacho la visita de un joven que deseaba enseñarme una de sus obras. Su oficio era el de  artesano tallador en madera.

 

Me exhibió la figura de un viejo que se apoya sobre un bordón, con un sombrero de escasa copa, barbado, con el ojo derecho entrecerrado y una pequeña mueca de dolor o cansancio en su rostro.

 

Era una talla en madera lacada y brillaba en sus veinticinco centímetros de altura por siete de ancho. Lo que resaltaba era, la notoria habilidad manual del artista para intentar en tan poco espacio, detallar la réplica de algún viejo que a lo mejor había visto en la calle.

 

El artista era un joven moreno, con cabello lacio, que al peinarse se dejaba una cortinilla hacia la derecha de su frente. De ojillos negros, baja estatura y con hablar atropellado.

 

No recuerdo ahora, o lo intuyo, si me ofreció o no en venta su pequeña escultura.

En consecuencia no puedo afirmar si hubo alguna retribución económica por su obra o si simplemente llegó hasta mi para obsequiármela.

 

Pero de lo que si tengo certeza, esa que otorga el olvido y los años, es que el joven estaba enterado de mi labor y  de mi segundo oficio y amor por los libros, pues aunque funcionario, también escribía cuentos y debía tener afinidades con el arte. 

 

Por mis ocupaciones inmediatas, la conversación no debió durar demasiado, al punto que no recuerdo su nombre y de manera torpe, a lo mejor imaginé que sus iniciales debían estar talladas en alguna parte de su escultura en madera, que también tuve certeza, había sido tallada del tronco más grueso de un cafeto de la región oriental del pueblo.

 

Traigo a colación el recuerdo de ese artista perdido en esos 33 años, para probar que éstas son aproximaciones o repeticiones no precisas de algo que se ha tornado en una especie de sentimiento o pálpito del tiempo perdido, pero nunca en certeza. Porque el recuerdo no es una copia de algo real. Y que lo aquí descrito solo tiene el rostro y el cuerpo exacto de la pequeña obra de ese artista refundido en la anonimia. 

 



 

Si usted lo relaciona o sabe de un tallador del pueblo con éstas señas, me pueden ayudar a encontrarlo para eternizar en la continuación de ésta página su merecido nombre. 


Porque para mi seguirá siendo hasta hoy, el hombre de cafeto.

 

 

 

Marco Polo

Altillo de Villanova

Febrero 2 de 2021

Bogotá D.C.

 

 

 

 

 

 

 

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