Herman Melville

Moby Dick





Inmensa como el Leviatán, así fue elaborada su prosa.

Total, congruente, osada.
El único sobreviviente del Pequod, cuenta la historia en primera persona como testigo fiel. 
Pero es la historia de la totalidad del discurso sobre la ballena.
La caza del cetáceo, inicialmente justificada por su época, por la necesidad de la esperma de la luz, que se oscurece para dejar en claro que el hombre es el destructor irracional de la belleza.

Osado para pretender acabar lo que lleva millones de años vivo, frente a su pequeñez, a su vulnerabilidad temporal de segundos contra los milenios del mar.

Si, es la voz del narrador y del coro operático a veces, a veces teatral, de quienes se asoman a la escena para dejar su testimonio débil frente a la inmensidad del mar del noble cetáceo vuelto un tanto humano para borrar de un aletazo la miseria del depredador. 
Utiliza el teatro en los iniciales capítulos, para gritar la tragedia de una venganza irracional contra la espectral blancura. La sinfonía al final, el teatro y la música unidos para contar las insondables honduras de la oscuridad del hombre. Destino y libre albedrío.

Es esta una obra fundacional de la novela norteamericana, por la que su autor debió gastar la mitad de su vida en vivir la aventura que contaría.

Ese Ismael un tanto bíblico, huérfano, es el único reportero imparcial que nos sumerge en el mar del Leviatán, para enseñarnos cómo se escribe la historia de algo grandioso que solo el tiempo puede refilar, dar contorno. 
Es el viejo mundo en pugna con el nuevo, que en apariencia desvalido, espera su colonización, como si fuera “un pez suelto” que permita justificar la opresión que es imposible de aplicar a la naturaleza.

Primero vivir, para poder escribir, es la explicación de por qué un joven escritor no puede producir una novela de esta magnitud. 
Aunque si lo haya realizado una mujer que porta la replicación desde su propio vientre, creadora natural, desarrolladora de sus propios dolores, como esa Shelleyque puede ver en su propio amante, el monstruoso humano, similar a éste que con Ahad va siendo descrito, pintado para el mundo por la bondad del monstruo Moby Dick.

Hermán Melville quien merece toda nuestra reverencia, nos construye la biblia de las ballenas y casi agota el tema como un sencillo cuento donde cabe el tiempo, la vida y el libre albedrío del hombre bueno y sin pretensiones de Dios, enfrentado a la fatalidad de Odin.

“El mundo no es más que un navío en un viaje sin regreso”

“No existe locura que puedan protagonizar  los animales de este mundo que supere la locura de los hombres”

“Para  escribir un gran libro es necesario un gran tema, por eso nadie será capaz nunca de escribir una obra perdurable y magnífica sobre las pulgas…”

“…ni siquiera los dioses son enteramente felices”


Marco Polo
Altillo de Villanova
Bogotá D.C.

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