ALBERT CAMUS

La caída







Un abogado desde el bar “Mexico-City” lanza un alegato sobre el ser burgués, su profesión y la ciudad de Amsterdan. 
¿Es otro ebrio que filosofa?

Si, es un abogado que nos augura contar, como salió de ese cielo poderoso, de ser reconocido, relacionado y pagado con acierto, para ejercer como abogado de los casos perdidos, de los huérfanos y las viudas, esos “buenos criminales” hasta alguna noche que recuerda muy bien.

Porque la cara del profesional del derecho, es la misma cara del asesino que ha resuelto ser ahora, un Juez penitente. 
Recordamos, que eso mismo lo decía también el Marqués de Sade y alguna vez lo utilizamos de epígrafe a un cuento sobre la estultez de la justicia.

Y aquella noche de la carcajada recuerda su desprecio al amor, a la humildad del amor, en cambio lo sacrifica con su ego, por su poder minimizando la mujer. Porque todos están para su servicio cual esclavista. Un hombre con dos caras que exige la sonrisa del otro, del sirviente. Su profundo y desagradable ego que todo lo limita a su bienestar.
Un golpe de un desconocido lo hace desgraciado.
Debe recurrir a un partido, el mas cruel para ejercer el mayor gusto: Ser un gánster y dominar con la violencia. El amor aparte, solo importa la aventura. El placer sin pensar en el amor. Todo lo pedía y nada pagaba.
Está desesperado consigo mismo, por su actitud. La desilusión de la no existencia del amor.
¿Pero, el desenfreno y la orgía lo acercaron a lo inmortal? Fue el sustituto del amor? Solo que debilitan la imaginación y el juicio y lo remiten a la celda del malconfort. Porque el juicio final ocurre todos los días. La salvación de cristo  lo hacen culpable de la muerte de muchísimos niños, para lograr su propia salvación.

Todos somos jueces, porque somos culpables.
Ese Juez penitente que ha resuelto admitir la culpa.
La única para poder juzgar, es confesando nuestro oscuros pecados.

Es nuestra segunda oportunidad.

La de tirar la profesión de abogado y Juez y asumirla en un bar, el “Mexico-City” para grita y contar la única verdad de quien ha juzgado mal. 
Se puede hacerlo luego de confesar los propios pecados.

¿Es éste un cuento largo. Una novela corta?
Al menos es un largo discurso. 
Una digresión sobre la culpa del hombre y la capacidad humana de juzgarlo todo.
La obligación es hacerlo hacia dentro, desde la introspección que nos aportará los únicos recursos para juzgar.

“La caída” es la propuesta filosófica de Albert Camus, para poder llegar a juzgar.

Es la caída de todo el poder y orgullo humano para hacernos iguales a los demás, a partir de todas las oscuridades que por detentar poder, nos ha llevado a creer que dejaron de existir en nuestro interior.

El hombre solo, que se señala, en lugares concretos, en un bar, en una ciudad tan libre como Amsterdan y a partir de las herramientas académicas que aporta una profesión tan liberal como el derecho.

Pero todo ha caído, como las falsas fantasías y plumas que dejan  y afean la hermosa ave, quedando la desnudez necesaria para comenzar desde ahí y hacia el interior.

Nuestra experiencia jurídica nos enseñó la dificultad humana para ejercer cual dios, nos estimuló a contar el cuento hacia el interior, la necesidad de escapar de la Caína nos aportó la ironía para entender la burla de la justicia, la certeza de que su materia prima es el crimen y éste es untuoso, urge a quien escribe hacer la reflexión de La Caída y ejercer la introspección, es la vigencia de una literatura vital, realista y crítica en nuestros tiempos de devaneos con el reconocimiento y la proliferación de amanuenses.
En Amantes Extraños un cuento de nuestro libro “Cuarto de amor discreto” retomamos el discurso de Camus y del Marqués de Sade contra el administrador de justicia de cualquier tiempo:

“… asimilándolos exteriormente con ocas y con tigres interiormente, sólo tienen sin embargo por objeto, practicando el crimen, imponerse a los tontos”

Las actitudes criminales del que juzga se han hecho evidentes en nuestro tiempo.







Ciento veintidós páginas, ni siquiera concuerdan con los parámetros propuestos por E. M. Forster para llegar a ser una novela.

Pero un discurso que mueva, no solo al ebrio, con tal profundidad, se ha de tener como la verdadera novela que aportó a Camus el ser elegido como premio nobel.


Marco Polo
Altillo de Villanova
Septiembre 10 de 2018
Bogotá

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