JORGE AMADO.

                                       






Gabriela, clavo, para las mujeres de Amado.




A veces no vemos los tesoros, si no alumbra la guaca.
Releer obras clásicas que nos regalaron como premio por un concurso procura una cálida nostalgia. Este libro con gran traducción puedo recomendarlo, pese a tener tipo de letra muy pequeño. Lo hice de nuevo el año pasado y hasta ahora recuerdo la reseña que de él escribí y que merece ocupar su lugar hoy con la gran difusión que la TV hizo a la obra en cine y en un serial. 




Una historia del agonizante feudalismo en Brasil.
La mujer y su independencia de los años 25 del siglo pasado, al final, frente a la cosificación a que la había hecho víctima los años del descubrimiento y la independencia. La ira y el intenso dolor exclusivo del varón y un pueblo saliendo de la pluma del escritor con la magia de la alegría. Con su ironía inocente, cual si estuviera perdiendo el albor del paraíso.
La historia de una mujer campesina, diosa selvática, nacida para lo natural, para hacer feliz al hombre, para obedecer y cocinar, pero con el concepto virgen de la libertad, concepto del buen salvaje riñendo con las normas y la ética de esa mezcla de estado feudal y capitalismo naciente, la verdadera función de la ley al descubierto, sirviendo para lo que fue creada: El poder, frente a la alegría por vivir.
Un intento histórico-sociológico de pintar la decadencia de una sociedad apenas iniciada ayer, pero perpetuada a punta de fuego y sangre de los desvalidos. Su redención, el progreso  y la nueva civilización que procura ir borrando el abuso anterior y creando un nuevo concepto de la sociedad, imponiendo una nueva justicia, un nuevo concepto de la relación hombre-mujer en nuestra América mestiza.
Muchas mujeres, muchas relaciones y las únicas prosperas y hermosas vienen a ser las prohibidas. Como si estuviera naciendo una teoría feminista en la selva.
Las putas demuestran su poder sobre el varón y estratifican la vida del pueblo.
El amancebamiento es más sincero que la farsa matrimonial.
La infidelidad de la mujer ocurre para castigar a los hombres machistas.
El verdadero amor, será para el inocente, el hombre niño víctima de la compraventa del afecto.
Técnicamente pese a esa tercera persona que hace Dios al escritor ateo y lo aleja muchas veces de la instantaneidad verosímil de lo novelesco y lo acerca a la historia acartonada, cronológica y oficial, el peso de esa “mentira verdadera” que es la supuesta ficción, la mentira de la vida, es recuperada en los instantes del diálogo directo salido de la jungla brasilera, de los detalles de vida, de los nombres que crean con la palabra un mundo de aquel paraíso que no hemos terminado de olvidar.
Con ello el autor nos prueba que no se necesita el panfleto para cantar la diversidad de las clases, ni un partido comunista para hacer política con la poesía del pueblo. Éste, sin partido, sólo en la calidez de sus propias vidas que se desprenden del recuerdo, se imponen a su propio dolor para creer en la esperanza.

Marco Polo
Altillo de Villanova
Abril 11 de 2014.

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