Sin amor, ni la historia existe. En el pianista de Jorge Eliecer Pardo

                                   


                                                https://www.youtube.com/watch?v=
                                                      (Da Click para ver el video)







La frase inicial  resume el libro como las buenas novelas.
Un alemán emigra de la segunda gran guerra.
El escritor incursiona en los avatares de un músico y nos conecta con ese mundillo diverso a la experiencia nacional, pero con el aura del maldito, intentando siempre la difícil ternura de un “allegro ma non troppo”.

Sus primeras páginas son un vórtice de sucesos históricos donde cruzarán sin rostro aún los personajes, como si hicieran parte de un vértigo desaforado.
La historia pierde velocidad un tanto, donde se encuentran Magdalena y Hendrik, pero los personajes aún no se ubican en una vida real, sino como parte de los titulares de ese aparente periódico que cruza veloz ante nuestros ojos. De inmediato sobreviene la muerte del abuelo en medio de los sucesos nacionales y viene la anécdota del piano de José Asunción Silva que nos hubiese gustado mas atrevida, poética  y misteriosa.
Los personajes van adquiriendo vida en medio de la muerte de la ciudad.
Ahí es cuando la pluma maravillosa del narrador nos trae la historia arquitectónica de la ciudad para impedir que siga pereciendo.
El personaje central aún no encuentra su vida en esa ciudad y parece un fantasma extranjero.
En la huida al llano el personaje sigue perdido en la bruma de los sucesos nacionales que son mas poderosos que su endeble vida, pero los hechos nacionales se desarrollan, incluso su folclor, como si el personaje principal hubiese caído en la orfandad. Los sucesos pasan ante sus ojos y el no incide en la historia.
Los brochazos de buen pintor los trae el escritor al hacer discurrir la historia de Guadalupe Salcedo con cierta infaltable poesía alrededor de Silvia y luego viene el discurso nacional ocultando la epopeya.

Entonces comienza el lector a pensar que la novela sí está cifrada en notas musicales. Que ha pasado de un movimiento violento inicial a  un reposado adagio o andante.

Porque irrumpe el personaje central con su propia historia.
La historia nacional lo ha alcanzado y su visión personal se une a aquella y pareciera volver al pasado para rememorar unido al presente tan cercano. Pero ni siquiera su historia alemana es de la fuerza vital que sirva a su recuerdo. Intentar vivificar a Hitler, hacerlo humano, ver sus lágrimas aunque sea una mala pesadilla, no logra influenciar la historia que discurre en Colombia.

Su regreso del Llano, lo hace caminar por la ciudad. Calles nuevas le procuran la comparación, hay barrios de reciente nacimiento para los ricos que antes fueran sus amigos. La violencia modificó y modernizó la ciudad.
Se enfrenta al piano y a la extraña y loca mujer que se lo obsequiaría para tocarlo  para ella hasta su muerte: “La fantasía es una perpetua primavera”.
La extraña relación se desarrolla.
La novela ha tomado su lugar y escuchamos en medio de notas de piano los ardores de un hombre solitario que teme un nuevo abandono. Y es una alumna el amor esperado. Y el traslado del piano por el rio Magdalena creemos haberla escuchado en otra narración, la de su hermano, otro escritor. El ambiente agradable preludia el amor. Y en un solo mes crece un amor prohibido, adolescente impulsado por los dedos al piano, las flores amarillas y el olor a pino silvestre cocinado por el temor a lo prohibido. Donde los “adolescentes” comparan a Dios con el amor.
La contradicción llega de inmediato con ese concepto oscuro  del amor de Nosferatu. Únicamente útil para traspasar las paredes. Hacerse transparentes, invisibles, de vuelo, de comunicación telepática en la música.
¿Ese y éste concepto logra un romanticismo a lo Murnau?
Pues se hacen amantes oscuros como vampiros.
El amor, el cine Faenza y esos extraños  cuadros que se “suicidaron”, dotan al relato de un misterio entre el amor prohibido y el pasado. Por ahí  en el cine vemos al marido “abandonado” por Verónica, el personaje de la novela del hermano y conocemos a Sofía hermana de Matilde abandonadas por la madre.
Esas consonancias nos hacen pensar en los orígenes mutuos de los diversos cuentos. El asidero real de las historias.
Los amantes lloran presintiendo un infeliz final. Y ahí el autor describe muy bien el ejercicio del amor. Para volver en la voz de Agustín Lara a dar nueva idea de la tragedia.
Muerta Matilde el hombre zozobra. Y lo deja todo. Para irse por el rumbo de Cova y los indígenas del sur. Regresar a casa donde otra mujer alcohólica lo hace escuchar la voz de los muertos en unas densas partituras oscuras. El personaje es otro, de burlesque, un payaso de la vida, que llega hasta la indigencia y la locura al perder el amor.
Es el colombiano, sin patria. Sin credo, donde lo único que posee es el arte que desaparece al carecer de objeto cuando muere el amor.
Somos ese sonámbulo que pasa a través de las páginas de las crónicas, que no busca la riqueza sino que recorre y acerca y aleja los sucesos como si tampoco importara la historia.  Como si en verdad se tratara de una sinfonía que se apaga y llega su fin.
Porque sin amor no existe ni la historia.

Marco Polo
Altillo de Villanova
Bogotá D.C.
2014-11-21








Comentarios

Entradas populares