CARLO COLLODI
Con atributos humanos derrota la varita de Walt Disney
Pinocho
era un leño con vida, de propiedad de maese Ciruela, quien tuvo a bien
obsequiarlo al pobre de Geppetto, un carpintero aun más humilde.
Desde
allí, la historia de Carlo Collodi y la versión de Walt Disney que la opacó,
son diversas.
Ésta
novela para niños, es la búsqueda de la explicación de cómo éstos tienden a ser
marionetas por la indisciplina que los desvía del conocimiento, los libros y el
afecto verdadero.
Es
una historia de las relaciones paternales, frente a la necesidad que tiene el
infante de recibir instrucción, con la visión de un realismo mágico válido en
el siglo XIX y subversivo para la época.
Y
pese a la ventaja de la ilustración gráfica y el sonido del cine, con la
correspondencia de las historias respecto del libro, en éste, se desarrollan
otras con mas coherencia para el niño, que sin ilustraciones puede llegar a
dibujarlas en su cerebro, sin el facilismo del cine que con el poder de la
varita mágica resuelve el asunto.
Si Paul
Auster admite que éste libro es “la búsqueda de una infancia perdida”
entendemos la necesidad que tiene el hombre, el infante, de correr a ejercitar
su propia experiencia con el peligro de desviar su camino. Allí radica la buena
o mala toma de decisiones que por lo voluble el menor llevará las de perder.
Porque nos preguntaríamos al momento de su libre búsqueda. ¿Es necesario otra
vez, que el niño meta el dedo en la llama, para experimentar el fuego? ¿O debe
utilizarse en su beneficio la metodología para que aprenda a escuchar el
consejo, la experiencia ajena del mayor, del maestro?
Esa
es la condición humana, tocada con maestría y que se hace búsqueda en los
treinta y seis capítulos de Collodi.
(Florencia Italia) |
Y si
bien lo admitimos, es necesario dejar sentado, que en nuestros tiempos hace
mucha falta cierta calidad de experimentación o sufrimiento en nuestros nuevos
jóvenes de realidad virtual, que luego de haber tenido unos padres sufridos en
la guerra que parece volverse paz, han crecido sin el esfuerzo, sin la lucha y
tesón de cada colombiano que para llegar a los cincuenta años hoy, debió vivir
su propia odisea.
El
lenguaje de éste cuento para niños, es un lenguaje sencillo y sin los dibujos
de la categoría de los de Walt, permiten la oportunidad de recreación a
cualquier individuo que siga sus páginas y que lo puede llevar a crear una
película aún mejor, con su propia elaboración. En eso se traduce la lectura.
El
lector debe poder creer que la marioneta, la otra personalidad del niño
reformado, es en verdad el muñeco que al final puede ver desgonzado en una
silla del taller de Geppetto y que al lograr la alegría del trabajo, del
estudio y de acceder a los libros, se produce el milagro de hacer humano al mas
encaprichado niño-muñeco.
La
película toma del libro, sólo tres aventuras,(La del titiritero, el país de los
juegos y la aventura de la ballena, un escualo en el original). Mas el libro
refunde los poderes exclusivos del hada en la película, con las propias y
poderosas cualidades del ser humano para llegar a su redención.
La
creación vital de éste personaje nos recuerda otra, la de Mary Shelley que
ocurriera 65 años antes, en 1816. Aquella, la de su Frankenstein, el monstruo
que deseó ser humano. Y del cual habláramos también en éstas páginas de Literatura y Mistela.
Ésta,
la del leño viviente, el pequeño y voluble monstruo marioneta, que no llama al
terror sino a la risa y que gracias al tesón del trabajo, el aprendizaje y el
cariño logra llegar a convertirse en un niño de carne y hueso.
Diferencias
válidas, obligadas, para esos países que nunca tuvieron la vívida realidad de
nuestros pueblos y debieron crearlas como su ficción.
Marco
Polo
Altillo
de Villanova
15
de Abril de 2016.
Comentarios
Publicar un comentario