Lucio Apuleyo

El Asno de oro 




¿Es el momento de leer de nuevo a Apuleyo? 

Once libros concebidos desde el camino de Tesalia la tierra de la magia y el encantamiento, donde los muertos reviven y se puede matar un odre y fallar la pócima para tornarse en animal como acémila, y obrar una historia sobre otra, para anteceder en mucho nuestras tierras de magia, o los resúmenes clásicos por cada capítulo que no alcanzan a ser esa parábasis que luego usará al estilo de la comedia, El Tom Jones, o El Decamerón, o El Quijote. 

Esto si es narrar. 
 
Sus primeros 26 pequeños capítulos de su especie de prístina novela sobre el camino, manejando muy bien la tensión y llevando al lector por el interés de su ruta a Tesalia en medio de hechicerías y otras realidades en primera persona. 
 
Qué contemporáneo se nos hace Apuleyo. 
 
Con sus irónicos atrevimiento casi en doble sentido que se hace atrevido y no libertino.

“!Feliz, mil veces feliz, quien consiga de ti permiso para meter la punta del dedo” “(…) yo que como buena cocinera, se sacudir con la misma gracia una olla o una cama” 

Que moderno luce también al hacer comparación de las injustas apreciaciones al momento de juzgar. 

“El malo luce el título de hombre virtuoso y, al contrario, el más inocente suele recibir los palos que corresponderían a los criminales”
 

El hombre que se sintió elemento presocrático debió humildemente bajar y ser un asno para poder otra vez pese a la caída, tomar alas de Ícaro mas estables, para intentar llegar a supermán. 

Pero ese aterrizaje, ese paso por burro, ese deseo de encontrar lo ínfimo del hombre es el punto de lo moderno de Apuleyo que nos permite ir a su lado como un verdadero contemporáneo narrando en primera persona, escuchando el relato de labios del propio Lucio narrador como el primer moderno, para tirar el rígido derecho romano y de verdad dejar de ser un glosador y volverse ese narrador de lo real, lejos de las mitologías incrédulas e ir mas allá del pasado y regodearse con los dioses egipcios, menos faranduleros que los griegos con todo y Homero.
Imposible no admitir aquí el origen de una picaresca sólida que va a ser origen y andamio de la actualidad de la novela desde el mismo Cervantes. 
Es grato poder volver a un par de clásicos, con El Arte de amar de Ovidio. Uno leído o intuído en la juventud, ese Ovidio que creíamos solución para los desprecios de los no queridos por obra de la evolución darwiniana con todo y la miseria o la infertilidad de la leche que aportó la Alianza para el Progreso. 
La búsqueda del amor ahora,  cuando ya la verdad de ejercerlo y compartir finales sin tanto drama, con crecimientos anormales o hiperplasias aterrorizantes nos aportan más espíritu que pasión. 

Apuleyo y su Asno de Oro, una joya para no suplicar tanto a los dioses griegos ni latinos, sino a la vista real de Isis y lo Egipcio como unidad entre la magia y el posible presentimiento del futuro de nuestra justicia:

“¿Por qué os sorprende, vilísimos meollos, o mejor dicho, borregos forenses, o más exactamente, buitres con toga, por qué os sorprende que los jueces de hoy, todos sin excepción, vendan a precio de oro sus sentencias, cuando ya en los orígenes del mundo hubo corrupción por favoritismos entre dioses y mortales?” 

La necesidad de ser contemporáneo y al estilo de Balzac, ser realistas para plasmar la propia comedia humana plagada de Asnos de Oro inteligentes y de hombres conscientes de haber sido volatilizados por la apariencia. 

Marco Polo 
24-Abril de 2023 
Desde mi cálida terraza 
Neiva.

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