ENRIQUE VILA-MATAS


 

Montevideo




 

Pareciera que la pandemia y una enfermedad, debieron variar la dirección al menos de su estilo, pero no. 

Es la ironía con la que arremete de nuevo la que brota de su última entrevista que publicara Lecturas de El tiempo, de donde extractamos que pareciera que se dieran dos versiones para su último libro, porque en la entrevista pretende arrasar con la corrupción de los concursos literarios en Colombia y en el libro (¿Por obra de la edición?) se queda corto, al admitir haber denunciado a los jurados que le imponían quien debía ganar. En el libro son mexicanos los jurados, para liberarnos de la sospecha de qué escritores bogotanos fueron, como si saltara a la vista nuestro conocimiento sobre ellos.

 

El Vila-Matas estudiado, reseñado en varios de nuestros escritos, aparece primero en las notas de El Tiempo que antecedió a la compra de este libro. Porque pareciera entonces que el entrevistador y el escritor dieran una versión allí para España y otra, la que aparece en el texto del libro. “(…) los otros jurados me dijeron quien debía ganar, algo que denuncié y que luego se solucionó”(¿?)

 

¿Este Vila-Matas alcanza a ser acaso, un jurado anticorrupción?

 

De todas formas me unen a éste Vila-Matas recién operado y salvado por su mujer:

Las puertas, el desarrollo del enigma de los dos escritores que narraron el mismo cuento en el hotel Cervantes, haciendo crecer dicho enigma en el libro por el agregado de tres habitaciones más en el cuadro, como una repetición de espejo de la portada.

 

Llamativo en su entrevista para mí, el que aludiera al tema de coincidir con el mismo cuento escrito en el Hotel Cervantes de Montevideo, tanto por Cortázar como por Bioy Casares que en mi propia novela referí en el trece. 

Como también el tema de estar al mismo tiempo en tres ciudades (Allí son tres estados, Malta, Italia y el Vaticano) a la vez dentro de su texto de ahora, tal y como lo llegara a considerar o ver en Il  buco de la serratura.

Coincidencias que atraen y delatan las direcciones que el papel otorga al misterio.

El del más allá, el futuro conocido y el deseo de dejar de escribir, para luego intentar volver a ser y elevarse y no ser más ese escritor al que le pasan las cosas.

Y volver a proponer el “yo soy el otro” de Rimbaud como explicación a su primera persona que siente agotada.

 

El manejo de tantos lugares dentro de la misma habitación, que parece ser la única, la de Virginia Woolf, para intentar demeritar al Bartleby de su “preferiría no hacerlo”.

 

Enigmas creados, recreados y hasta inútiles en un esfuerzo por seguir vivo con el riñón de su esposa. Toda una vida dentro de la ambigüedad.

 

Lo que más me gustó de su texto fueron las coincidencias temáticas con las que también he elaborado, sin tanta suntuosidad. 

¿O para que se imagina la gente que un escritor lee a otro?

Pero le reclamo hoy, y no dejo pasar sus reiteraciones cual decadencia de su vanguardismo, pese a los visos de una novísima humildad.

 

Te has convertido en los últimos tiempos en un escritor al que las cosas le pasan de verdad

 

Y al fin volver al mundo negado por muchos escritores, el de las mujeres que tanto han aportado y han recibido el codazo.

 

Ese cuarto propio” que es el infierno de los hombres, donde estos escuchan grabadas sus “páginas inmortales” y lamentan haber escrito tantas tonterías en lugar de haber sabido ensamblarse con la literatura, no voy a decir que femenina, sino escrita por mujeres”.

 

Hizo que me encontrara paseando por una hendidura muy parecida al ojo de la cerradura de aquella puerta nueva, donde la niebla del presente y la del futuro se habían quedado estancadas

 

La inteligencia  sirve para encontrar el orificio, el ojo, el agujero, el hueco, por mínimo que éste sea, que nos permita escapar de aquello que nos tiene atrapados

 

En un espacio del mundo real que no sería nada sin un mundo de ficción

 

Pero su libro resume las cinco tendencias de los escritores:

 

1) La de quienes no tienen nada que contar.

 2) La de quienes deliberadamente no narran nada.

 3) La de quienes no lo cuentan todo.

 4) La de quienes esperan que Dios algún día lo cuente todo, incluido por qué es tan imperfecto.

 5) La de quienes se han rendido al poder de la tecnología que parece estar escribiéndolo  y registrándolo todo y, por tanto, convirtiendo en prescindible el oficio de escritor”

 

Nosotros al menos, aún tenemos alguna esperanza y dejamos constancia en ésta nueva reseña.

 

 

Marco Polo 

Altillo de Vilanova

Noviembre 20 de 2022

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