JHON DOS PASSOS

Manhattan Transfer




 

 

Texto de difícil lectura. 

Lo admitimos, porque concuerda con nuestra experiencia al momento de fragmentar el relato.

 

Aprendí con el desarrollo de su lectura, a entender que se trata de muy pequeñas historias sin fin, como callejuelas o sinuosidades oscuras de la inmensa ciudad. 

Ciento treinta.

 

A veces a modo de parábasis, como la utilizó Fielding, nos describe la locación, como si se tratara de la escena que se va a grabar y así suma una escena tras otra, sin aparente relación entre sí, como si lo colectivo de los pasos fuese mas importante que quien camina. Como si al unísono con la realidad, se fuesen dando al mismo tiempo las historias.

 

Es una forma de contar ese universo que pulula en New York, como colmena infinita.

 

Señalamos los nombres de los personajes a medida que surgen, con la esperanza de que aquellos nos guíen y separamos con una línea el pequeño relato que difiere del siguiente. 

 

Pero saltan otros y otros y la ciudad aparece y desaparece bajo aquellos, aunque se oyen sus diálogos que saben a desamparo y pérdida, a derrota, a engaño, a vidas inútiles que se diluyen en algún callejón o avenida principal, o se escucha la jerga o acento indiscweto que nos remite a la nacionalidad de quien habla, y la música de una improvisada puesta en escena mientras que el humo de los cigarros y las bebidas alcohólicas se toman de carrera, por la prohibición, marcando un tiempo que en realidad se desliza y nos reubica en esa medida que acostumbramos para la historia de aquellos años veinte militantes:

 

Religión, política, democracia y demás, es para tenernos dormidos”

 

 

La ciudad camina sobre el personaje y lo pierde. O el mismo tren se mete en su cabeza como un juego de repique.

 

“Las ruedas retumbaban en su cabeza, repitiendo: Manhattan Trans-fer, Man-hattan Transfer”

 

Y los personajes desean desaparecer con la ciudad.

 

“Creo que lo que más deseo es salir de ésta ciudad, después de poner un bomba bajo el Times Building”

 

Porque volviendo a Fielding, la sensación es de que los personajes están todos en el mismo sitio en el preciso instante:


“Es sorprendente, verdad, que todo el mundo se encuentre siempre en el mismo sitio y al mismo tiempo?”

 

No hay futuro, se acepta la derrota y la decisión es no procrear:

 

“_Yo no se porque la gente tiene hijos. Es confesar la derrota.”

 

Y la ciudad es una trampa circular, por donde pululan anodinos personajes:

 

“Lo terrible es que cuando uno se harta de Nueva York no hay donde ir. Es el vértice del mundo”.

 

Y allí se siente la guerra de allá y la revolución se amalgama con el sarcasmo:

 

“Extra. Santa Claus mata a su hija después de intentar violarla”

 

“Caras, sombreros, manos, periódicos, saltan en el metro fétido y trepidante, como maíz en la sartén”.

 

“Las prostitutas son las únicas honradas”.

 

“El artista es un fardo”

 

Y ya se usaba el dinero como narcótico de nuestro tiempo y los personajes, pueden ser ángeles o demonios en ese capitalismo decadente y real:

 

“Durante la cena Ellen sintió un frío glacial infiltrarse en ella como cocaína”

 

“En Nueva York solo cuenta el dinero”

 

“  ¿Como sabe usted que no soy criminal?”

 

Por suerte al final solo escuchamos a Ellen Thatcher,(De la que sabemos desde su nacimiento, hasta su deseo de querer ser un chico) al abogado George Baldwin y a Jimmy Hert que se repiten y de éste último, creemos que cometerá el crimen contra la hermosa mujer de las salas de baile de Broadway, pero no, la ciudad vuelva a amanecer de uno y otro color y cuando es primavera Jhon Dos Passos resuelve que se debe alejar de los ferrys y de la orilla del embarcadero.

 

Solo y sin rumbo hacia su interior desolado.

 

Marco Polo

Altillo de Vilanova

Junio 21 de 2022

Bogotá D.C.

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