Raymond Chandler
El sueño eterno
Claves en negro
Cuando el acicate de una vieja historia policiaca que sale de la realidad, nos embosca en muchas noches, creemos que es hora de ingresar definitivamente en el género noire, porque aquella narración tiene de posible en el género, una nueva auscultación de la forma relativa a la ficción, unida e indisoluble con la realidad.
Recurrimos a Raymond Chandler, habiendo pasado por encima de Dashiel Hammet con su Halcon Maltés desde su película, que nos señalaba sus errores detenidos en diálogos que reemplazaban la acción.
Pero es el recuerdo de Georges Simenon, el que nos impulsa al fondo oscuro de este tipo de relato, que se opone a todo lo Finnegans y que tenemos por el segundo extremo de la forma de narrar de acuerdo con un maestro español.
El sueño eterno, nos permite reflexionar luego de su capítulo cuarto, cuando descubrimos que el investigador o “sabueso” para el caso, es el propio narrador del asunto en primera persona y en un extraño seguimiento, luego del acuerdo de la paga, incursiona en una descripción a veces muy detallada y muy irónica al pintar un personaje, criminal o dama cuando “La sonrisa se cae” y la puede volver a levantar como las cosas, y su cinismo es casi provocación.
Seguro que el autor marca la velocidad de su relato y resuelve hacer capítulos cortos que aceleren la parsimonia que la descripción aporta, aunque sean capítulos inútiles, insistiendo como es que sabe de su manejo de las mujeres.
“Y su perfume tiene la podredumbre dulzona del de una prostituta”
Dice de las orquídeas. “Luego trató de sentárseme en el regazo”. Como nos ilustra a la pequeña Cármen.
“Ninguna de las dos tiene mas sentido moral que un gato”
Su capítulo sexto nos recuerda que intenta incluir alguna leve metáfora para decirnos, ésta es otra forma de la novela negra:
“Otro ejército de lentísimos minutos pasó arrastrándose”.
Es la medida del tiempo aplicado, con el tamborileo de sus dedos o el toque de su oreja derecha, cuando reflexiona en la película.
“No había miedo en aquel grito. Parecía expresar una expresión placentera, a la que se añadía un acento de embriaguez”, como si estuviera recitando el guion de la película, dando las indicaciones de director.
Y finaliza la escena con una fabulosa frase de cine:
“Ninguno de los dos ocupantes de la habitación repararon en mi manera de entrar, aunque sólo uno estaba muerto”.
El primer muerto, para enredarnos y resolver desde ya, que si el extorsionista era Geiger ya logró su primer cometido, porque Cármen allí gratificaba las sospechas.
El estilo de Chandler con sus móviles metáforas y su ironía cruda, pintan el humor de Marlowe de un tinte mas negro que el genero de ésta novela.
¿Para qué guionista si éste libro es un guion? Casi minuto a minuto.
Lo único que no ha contado el personaje, es, si fue o va ir al baño. Y no solo insinúa sino que adivina desde la voz de alguien:
“Tenía voz de persona que ha dormido bien y que no debe demasiado”
Sobre Cármen la menor, recibimos en la primera escena y luego, toques de su personalidad, que la muestran como niña libertina y hasta ninfómana, con lo pecaminoso de su atractivo.
Vivian, acusa al investigador de hacer sus pesquisas desde la cama “como Marcel Proust” y dos días transcurren en las primeras cincuenta páginas. La cuarta parte de la novela.
Siguen escenas raras sin muerto, que se parecen a una película.
“Su voz era la voz exageradamente despreocupada de dos tipos duros de las películas”
No podemos sustraernos de comparar el guion con la película sobre todo al mediar el libro, porque allí, para demorar más el suspenso, Brody abre la puerta y le desgajan un tiro y muere.
Pero Cármen no se hace presente como aquí, dando tiros.
Mas como si la escena se repitiera, a la segunda vez de abrir la puerta si le disparan y muere, y el asesino escapa.
Asi Marlowe, se hace un especialista en despojar de armas de fuego y capturar a criminales que un tercero mata, dando un toque de inverosimilitud al cuento.
Es raro y difícil que las cosas ocurran como las cuenta la historia, que permite al criminal regresar al lugar del primer crimen y el cadáver había desaparecido, como si con ello le estuviera ahorrado una locación al productor, o economizando su detallada descripción de la primera vez.
Ahí vemos la importancia de Faulkner al hacer éstas correcciones a la película, a la altura de tres muertos.
El narrador o el autor enredan y desenredan para seguir de cómplices contra el lector.
En el capítulo 19 se da una especie de terminación del caso.
Así no ocurrió, pero lo hace tan verosímil como la versión ficticia de esta novela, es decir, con la que transcurre en las páginas: Es la versión de los periódicos, de la policía. Y todo se refunde. La policía hace un informe a un “tira” como diríamos en los setenta en Colombia. Todo al revés, el Fiscal es una figura “negociable”, la amistad permea la justicia, lo que hace que la justicia sea toda de folletín y escena de cine con un juez inútil de mallete que se acerca a la justicia real.
Marlowe al filo de lo legal, es casi amigo del mafioso como del jefe Gregory. Pero dice no gustar saber, de todos los negocios y los “tinglados” de los demás. (Éste, mitad criminal y mitad investigador es como el Derecho Penal. Las mismas pruebas sirven para condenar o absolver. La justicia es un juego que se puede deducir en el propio ejercicio profesional de un juzgador).
Pero el investigador, siempre está en el lugar correcto, o en la jugada.
Cuando van a atracar a Vivian, resulta atracando al atracador.
Y viene en la novela escrita, el mayor acercamiento entre Vivian y Marlowe cuando aquella casi quiebra el casino de Eddie Mars, tan relacionado con la mujer, que suscita una filuda sospecha.
El duro de Marlowe ejerce cierta mecánica, de duro besando, pero sin mostrarse débil. Casi “vacilando” como hacían los jóvenes de los sesenta.
Luego la escena con la nueva nínfula, Carmen lo espera desnuda en su propia cama y así las dos hermanas terminan siendo seducidas por el “sabueso” duro que vuelve obsequiosas a las mujeres. Pero su recia moral (De la que dudamos) echa del apartamento a la jovencita:
“Es difícil para las mujeres-incluso las prudentes- darse cuenta de que su cuerpo no es irresistible”
Las novelas policiacas, pretenden ser tan reales que la forma de llegar a la verdad tiene que ver casi siempre con la delación, la compra y señalización. Como todos los descubridores del crimen:
“…somos estafadores y nos vendemos unos a otros por monedas”
Chandler nos cuenta, como funciona un delator. Y sus frases son claras:
“Poseía la austera sencillez de la ficción en lugar de la retorcida complejidad de la realidad”
La descripción, la leve metáfora o la comparación, hacen el fondo de la simpleza de este elemental cuento de matones. Pero el recurso femenino del envenenamiento se usa por el lado del mayor criminal. Casi no se entiende por qué se cambia una bala por el Whisky con cianuro y entre caídas de labios y muerte de suspiros, se va desenredando la madeja de las truculencias argumentales, sin que antes reciba su buen zurra el Marlowe metálico, quien sigue siéndolo cuando esposado, es capaz de lograr un arma, guardarla en el bolsillo del impermeable y disparar varias veces y dar en el blanco, fijándonos que es valioso incluir pasajes inverosímiles en ésta supuesta realidad plagada de mentiras como el cine.
Al final vemos la causal de la ninfomanía en la niña y la explicación del título de la novela.
En conclusión, es una novela enredada, que pretendió desenredar o enredar más W. Faulkner al hacer el guión para la película.
La insinuación final de hacer al investigador parte de lo sucio, de los desechos de las dos mujeres. Para lograr ese corazón que era un murmullo, a lo mejor logró enderezar en algo la dirección de éste relato más negro que literario y más literario que la mayoría de las novelas negras, que nos permite auscultar el corazón del sabueso elevado a humano por su sentimiento, antes que por su gusto a matar o ser un tipo duro.
Me quedo con ésta versión original y no con el guión de Faulkner que es todavía más inverosímil, al punto de tener que inventar una nueva escena, para que Vivian adquiera el tono humano también, que compagine con el amor para un final feliz.
Porque el final de la película no es tan intrincado como el de la propia novela.
Marco Polo
Altillo de Vilanova
30-V-2022.
Bogotá.
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