VOLTAIRE

Cándido o el optimismo








 

 

Novela, farsa, sátira, donde Pangloss el filósofo trata de burlar la “monadología” de Godofredo Guillermo Leibnitz, contra  toda visión fácil y acomodaticia del universo. Contra él la emprende Voltaire en su relato.

 

La maestría del autor radica en su fácil verbosidad para llevarnos de la mano por pequeñas aventuras en cortos capítulos que observan mucha agilidad para engarzar con el siguiente, en toda una trama de caricatura que es tan liviana como la alegría o la fantasía.

 

Si bien Cándido vence todas las tribulaciones con una nueva situación que supera la anterior, los pesares y sufrimientos van mellando su positividad.

 

Medrando en su fervorosa lucha está el amor por Cunegunda.

 

Pangloss encargado de refutar “la razón suficiente” prefiere otra cosa.

 

Las aventuras de la sátira son inverosímiles y casi siempre, ni la muerte es definitiva, porque en el siguiente capítulo el muerto resucita con igual enjundia.

 

Eso de recorrer Europa y llegar al Dorado, donde las piedras son de oro y todo funciona para los Incas, es producto de la gran imaginación, experiencia y atrevimiento del filósofo que lucha por imponer la conclusión de que el hombre está en el mundo solamente para sufrir. Y que todo poder no es mas que ínfimo término que perece y siempre se impone algo mas poderoso. 

 

Llega a denostar de Homero y Virgilio por labios del noble veneciano, prefiriendo a Tasso y Ariosto y de Horacio solo rescata sus máximas, concluyendo en su ignorancia.

 

Como colofón puede establecer que, los humildes los que no buscan la gloria del poder público, son mas felices porque solo se deben ocupar de cultivar. 

 

Sin otro interés en tesoros o bellezas, porque a estas alturas ni siquiera Cunegunda es virtuosa o hermosa, resume los padecimientos de todos de la siguiente forma:

 

“Querría saber qué es peor, si ser cien veces violada por piratas negros, tener cercenada un nalga, padecer una carrera de baquetas en Bulgaria, ser azotado y ahorcado en un auto de fe, ser disecado, remar en una galera, pasar, en fin, todas las miserias que hemos pasado, o vivir aquí sin hacer nada”

 

Vivir en las convulsiones de la inquietud o en la letargia del tedio. 

Pero es el trabajo el que ahuyenta el tedio, el vicio y la necesidad y lo único que se debe hacer es cultivar la huerta.

 

Marco Polo 

Altillo de Villanova

2 de Julio de 2020

Bogotá.

 

 

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