HECTOR SANCHEZ

JAMAS ME GUSTARIA REGRESAR A ESTE MUNDO



“ Afirmé que no creía en los concursos literarios, pero si creía que eran una rifa. Después confesé que escribía por asco y por vergüenza”

De su novela, “Mis noches en casa de María Antonia” 




Lejos de la pompa y los halagos e incrédulo de los premios, como lo había conocido, pude escribir de uno de sus últimos textos, lo que pensaba de lo allí escrito, sin marchitar la pequeña amistad surgida con alabanzas o falsas altisonancias, a tal punto que le anuncié telefónicamente que mi reseña sobre “Muerte en los faroles” era de verdad lo que sentí de la obra, pero no queriendo con ello hacerle daño. 


Yo que no había leído ninguna de sus novelas, ni su biografía, lo hacía con la ingenuidad de un lector desprevenido.

Él me autorizó a publicarlo aunque no fuera tan favorable.




Antes de incursionar en el texto de la novela que seguramente sí me iba a gustar, como me lo auguró al indicarme su compra en 2016 en la Filbo, nos detenemos en el epígrafe y entendemos, que es la única obra de Héctor Sánchez que escribió por encargo, para hacer comparación con todas las demás que vinieron al mundo por su propia urgencia.

Sobre la primera parte de las cuatro que tiene su novela, anotamos lo siguiente:

Con la primera persona, se atreve a caminar por el borde del abismo, con la certeza de saber que esa es la verdadera literatura, cuando vacía de sí sus mas impensados ejercicios vitales en su época de azar y atrevimiento y todo su ejercicio es una búsqueda.

Una rauda y arrasadora narrativa sobre la aventura de intentar el amor de las mujeres y fracasar, aún sin el rencor que en vivo conocería de su quejumbrosa soledad final.

Me llega como si renaciera y compartiera unánime esos pequeños destellos de nuestra amistad allá en Santander en el encuentro  “Vuelven los comuneros” de 2014.

Me llena de nostalgia saber ahora, de su capacidad para reírse de si mismo, porque en la realidad ese aspecto era cáustico y dirigido en general hacia lo que apuntaba como felicidad en el otro.

Y este libro se inicia con pormenores alcohólicos de novelas despedazadas, poemas ridículos y amores furtivos que fue lo que consideró con tristeza“la ingenua pirotecnia de mi corazón”



Toda una entrega testamentaria para el amigo que le ofrece la posibilidad de una vida sedentaria, al final del recorrido del cuento que contará, como si tuviera certeza de morir en tres años mas.

Finalizando su segundo capítulo nos obliga a pensar que se trata de un obligado listado de sus mujeres, porque casi todas las páginas  se suceden, sin intentar el pegamento artificial del tiempo que al final se debe ir volviendo libro, sin sutileza alguna, sin vaporosos ajustes que el discurrir otorga, para que se vea la llaga viva de su deshojar el recuerdo.

Su partida a México es una extraña parodia  de la celebrada participación atlética de colombianos en los Olímpicos y la de los adheridos no deportistas ilusos y sin memoria que investidos de instrumentos musicales pretenden participar como cantantes o actores.

La ráfaga de frases posterior y la enumeración de sus damas, se mezcla con los personajes también conocidos por el poeta Mutis, donde cabe hasta Rulfo con quienes departe, y estas experiencias se hacen irreales o ficticias gracias a la manera como plantea el relato que sale con premura, incierto, que solo puede moderar la realidad de haber ganado el premio ESSO, con su novela, que fuera él último premio que se otorgara por aquellos días, “Las causas supremas”.

Sorprende la burla hacia su ejercicio del teatro, por el papel que le corresponde representar, en lo que constituiría su pírrica actuación bajo la cama del personaje central. 
Sería la voz de un perro ladrando. 
En esa minimización de su persona, se pueden concluir sus deseos de gloria.

¿Hay un afán por narrar, por contarlo todo de una sola vez?



Eso es notorio, la necesidad de cumplir con el recuento de su viaje a México, pero sin aspavientos, con la frugalidad y sin detenciones o profundidades para impedir que el tiempo intervenga y dé forma al relato, lo moldee y lo haga verosímil como una verdadera novela.

Claro, tampoco es el simple testimonio rendido por obligación al amigo. 

Sino la acuciante urgencia por grabar en la piedra definitiva el listado inacabado de los sucesos, como si temiera su olvido, o como si presintiera su cercano final, esa misma sensación que todo el que escribe alguna vez siente, sobre todo cuando las frases que van saliendo sin control y tienen mucho que ver con la propia piel de amanuense que siente caducar.
Si, ahí si tenemos la sensación de verlo allá frente a la rock-ola, contando de carrera toda la historia al amigo antes que enmudezca la música, antes que se acabe la última gota de la botella.

Seguramente su novela pensada, imaginada, zurcida a base de tiempo o ex machina hubiera realzado mas la forma, es posible que hubiera encontrado cierta sutil lentitud sin medida, pero su libro está concebido en ráfagas, ametrallando de inmediato, como si estuviera reviviendo no solo el compromiso con la noche muriendo, sino con el amigo de juerga.

El pasaje del disfrute del premio y el viaje al sur, resulta chocante para el triunfador que con Juanita pretende hacer vida marital procurando la re- publicación de su novela premio, para  estimular y sostener el oficio, sin lograr otra cosa que el júbilo de gastar en alcohol su triunfo con la cantante, con la que prueba, esta incapacitado para una vida diversa a la nómada, o de volverse normal y terminar casi acuchillado por celos, que gracias a Gaby lo hacen regresar a México.

En fin su violento narrar final, es un viaje hacia dentro, en la búsqueda de la pareja, para un aventurero que se casó con la literatura y decidió tornarse el ser mas independiente y parecido al más maldito de los poetas, en que esa búsqueda nunca terminaría y su compromiso será notorio en todos sus libros.



Este como aseguramos, él único libro por encargo, escrito para intentar poseer ese hogar que tanto buscó, para compartir con una mujer, a lo mejor menos perfecta y tan impura y real como Maria Antonia que no dejará jamás de “vender besos al otro lado del rio”.

Espero leer mas de su obra y escribir un merecido homenaje a este buscador de la felicidad, a veces oculto entre la ironía y el sarcasmo de su vasta historia literaria aún desconocida pese a ser llevada a la TV y,  a gozar de premios en los que nunca creyó, pero seguro de la amistad que daba y recibía de sus amigos, como otro mundo desconocido y paralelo donde habitaba el escritor alejado de las pompas y los halagos.

Pude compartir sus serenas y frías lucubraciones sobre la gloria de haber sido y seguir siendo anónimo.

Como Gabriel García, su obra se desarrolló en México y las mujeres que lo impactaron también quedaron allí en el limbo de su búsqueda, como si hubiera ingresado desde aquel día en ese oscuro mundo sub real, donde una de ellas  se llevó su deseo y debió seguir escuchando sola cantar sus rancheras, porque resolvió desaparecer sin volver la mirada, sin importar si era nochebuena o fin de año cuando selló para siempre su visión y sentenció al final en su novela.

“Jamás me gustaría regresar a este mundo”

Marco Polo
Abril 2 de 2019
Altillo de Villanova
Bogotá D.C.

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