DESGRACIA
El nuevo mundo
logrado para los negros
J.M. COETZE
Dos lugares geográficos para contar,
la ciudad, la universidad, con su vida de divorciado a una edad de cincuenta y
dos años, que hoy pretendemos, no es la de un viejo. Pero sí, un apasionado de
la vida sexual, seguidor del guion de la vida de Byron y su música íntima, en el claustro
académico y renegado de la naturaleza de William Wordsworth y su practica de la
vida campesina.
Ese profesor que cada trimestre
enamora a una de las jovencitas que llegan a su pensum de poesía, que aún se
desliza con su mismo encanto, de manera meliflua, para desvanecer en el
repetido ritual de vino música y cena
preparada por él, cualquier reticente no.
Que bien pinta al profesor universitario
de nuestro medio, con la dulce palabrería de la seducción “La belleza de una mujer no le pertenece solo a ella”.
La última seducida y el apremio
vengativo del novio lo hacen destituir y cambiar su lugar en el mundo.
Actúa una ética raquítica de ciudad
ante el viejo seductor de una joven, por ser viejo, antes que por ser injusta
la utilización del poder para “usar” una mujer en la realización normal de su
instinto al que nunca tuvo porque renunciar.
Utiliza su orgullo y rebeldía para
ejercer el pensamiento y no tener que
arrepentirse.
Acepta la culpa de sus propios
congéneres y los burla con su postura, que obnubila para siempre su futuro.
Debe ejercer una nueva vida en el
campo para no dejarse aplastar.
Vivir al lado de su hija que la independencia
desarrolló en sus gustos sáficos y que resulta abandonada por su compañera.
Pareciera que es el arbitrio de los
animales, de un cultivo de flores y el nuevo mundo de los negros los que mueven
esta reciente vida, que ha cambiado “todo”,
como decía Lampedusa, para que nada cambie.
Los negros que ya llegaron al poder,
es con quienes tiene que compartir su aparente humildad corrosiva.
Como si estuviera comenzando la
historia de la raza humana con nuevas instituciones jurídicas a partir de la
violencia y viene la comparación perruna para lo humano: “El pobre perro había comenzado a detestar su propia naturaleza”
Y entiende ser el chivo expiatorio
de siempre.
Ha llegado al mundo donde “Es un riesgo poseer cualquier cosa: un
coche, un par de zapatos, un paquete de tabaco”.
Se parece tanto a nuestra propia
patria. Y al alucinado discurso de la igualdad.
La polución humana, su forma de
multiplicación geométrica, tantas veces anunciada al mundo, vuelve a probar que
no hay suficiente para todos.
Al lado, de nuevo, una minimización
de lo que es una mujer. La sangre y todo lo relacionado con ella, quedan dentro
de la misma, como si ella fuera un recinto al que el hombre está negado a
comprender y liberar.
Entonces esta supuesta nueva vida, no
es una simple vida.
Por el contrario es la vida
surafricana, que como excepción ha creado una viciada estirpe a partir del
poder ganado para el negro con Mandela en la presidencia.
La nueva casta de negros
revanchistas, contra el blanco que sigue en incierta posesión de bienes y de la
tierra, a la que los negros en la miseria quieren acceder por la fuerza.
El apartheid derruido se ha
invertido en unos nuevos libres, convertidos en chusma criminal, donde son
negadas las instituciones que tanto gritaron y lucharon y ensangrentaron, como
si volviera a recircular el ayer en una nueva piel y se negara la evolución de
la raza humana.
Lucy la niña blanca de David, es
contrario sensu, el material antropológico de las aventuras abusivas de su
padre.
El equilibrio de la balanza de la vida.
Su propios “vecinos” y su falso
protector negros, que solo buscan la adquisición de la tierra como sea, violan,
ultrajan a la rubia niña y casi queman vivo a David y lo mas inhumano ocurre.
La mujer de nuevo es rebajada a la
animalidad como si el paraíso perdido, no fuera un cuento manido ya.
Pero esta mujer, alelada por esa
tierra amada, no recurre a la búsqueda de la justicia, no quiere la violencia
de su ejercicio casi hippie y acepta ser la nueva esclava del hombre.
Admite que ella debe pagar a aquel
otra vez, de nuevo la dote.
Ese precio en tierra para poder
ocupar de nuevo en esta civilización arrasada, el sitio requerido, el de un
utensilio al servicio de las nueva generaciones de chacales negros de más baja
estirpe que los perros, tan nobles y justos en la defensa femenina.
Si, de ninguna manera es el regreso
al paraíso.
Que gran novelación.
Por sólo este libro merecía el
nobel.
Marco Polo
Altillo de Villanova
Bogotá
Septiembre 20 de 2018.
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