AUGUSTO ANGEL SANTACOLOMA
LA SOMBRA DEL
SAYON
(O el terror del
autor al Sylabus)
Al parecer, el ejemplar que poseo lo adquirí en casa de su autor, con
algunos ejemplares del “Bronce” la revista político cultural de Neiva, cuando
el mismo aún existía para el año de 1974, e intenté hacer un reportaje e
investigación para la clase de Literatura de Itusco, que solo 43 años después
puedo reseñar, pero su voz y su figura lenta se pierden en mi recuerdo y en su
contradictoria novelación.
En una prosa un tanto difícil, por
la utilización recargada del lenguaje,
Augusto Angel Santacoloma, nos lleva a trompicones por las páginas de la
obra que pretende dedicar a la vida y obra de Reynaldo Matiz, sin tomar su
nombre para guiar al lector, sino el del personaje supuesto, HECTOR ROBLES.
La novela de tal forma avanza con
lentitud por las descripciones profundas de una época, de un pueblo y sus
gentes, para ubicarnos en el sabor Opita.
Y la acción es así, lenta como el
pueblo descrito tanto en su forma externa como en la interioridad de la forma
del huilense.
Cada capítulo es un cuadro, donde el
pincel de la palabra procura demasiado color a veces, con sensación superflua
de la adjetivación castiza, farragosa que ahoga el movimiento.
En el cuadro casi ni se nota la
acción.
Y ni la palabra del héroe a veces,
procura hacerla volar, como si escribiera su discurso en la pared.
Descripción suficiente, pero pese a
ciertas escasas frases de diálogo o monólogo, llega la esencia del habitante de
Neiva, del huilense, del indio, del campesino, frente al líder, al hombre que
trajo de Alemania conocimiento para el desarrollo humano de sus paisanos y su
amor germanófilo liberal, lejano a Stalin.
Sus expresiones desusadas ya, caen
como copos de nieve sucia en cada frase y pese a ser en su mayoría cervantinas,
producen la farragosidad molesta anotada, que detienen la lectura para su
obligada consulta.
La acción sobreviene en el capítulo
de Munar, donde lo gráfico deja de
ser inmóvil, e irrumpe con sapiencia en uno de los capítulos mas crudos y llenos
de la crueldad, en escenas de la vida campesina nacional que se vivió a partir
del siglo pasado cuando Nuñez alcahueta de la nueva constitución clerical,
sumió a Colombia en la funesta y
sangrante regeneración.
A estas alturas, y en la descripción
del terrateniente y pese a lo que nos pueden parecer palabras manidas, la
historia avanza hasta el punto de urdir la forma criminal como se justificará
una masacre conocida en Neiva, como la de “Los Limpios” en lo que hoy es el
Caguán. Que sirvió históricamente para que Reynaldo Matiz enarbolara la bandera
a favor de QUINTIN LAME y sus indios y
terminara a la postre, también perseguido y asesinado por la familia PERDOMO,
por ARCADIO y su padre el NONATO de la ficción.
Luego de la huelga, se dispara la temible violencia
política contada con cimbreante pasión por el autor que nos conmueve, que nos
aterra, que nos llena de rabia e impotencia. Y lo peor es saber que de ficción
pretendida no tiene nada.
No solo el crimen, sino el incendio
de las casuchas de los pobres, la tortura y la cárcel sin razón para las
descendencias de Cándido Leguízamo y
sobre la sangre que resbalaba de las paredes de la prisión, la “Sombre del
Sayón” para aterrar a los ignaros e inocentes.
Entonces el escritor, el novelista
estalla.
Y se atreve a abandonar la ficción
para elevar su reclamo a los curas que impasibles ven pasar el crimen y
escuchan las voces aterradas de la tortura a escasos pasos de donde rezan sus
oraciones, como si estuvieran entonando con Pio IX, las encíclicas “Quanta
cura” y el “Sylabus” que ordenaba derramar la sangre de los liberales.
Y ante tal atrocidad, no le queda
otra opción que probar con fotografías los CRIMENES DE SAN LUIS, donde los
liberales son “despanzurrados” y
decapitados en cámara lenta en tres fotogramas y niños y mujeres acuchilladas y
amontonados ante la complacencia del ejercito chulavita, su verdugo.
Entonces no fue en 1988, cuando nos
atrevimos a ilustrar un cuento para que nos creyeran que lo que allí se
relataba, era salido de la realidad nacional.
Ni fue el novelista Juan Gabriel Vásquez ahora, quien utiliza las
fotografías, para que entiendan que se trata de la realidad nacional, porque
los colombianos no creen en “historias
inventadas”, cuando tienen enfrente la historia nacional. Ahora de nuevo
recuperada para el pensum escolar.
Es Augusto Angel, un huilense
atrevido quien traza dentro de la novela de la violencia su aporte literario de
multimedia.
En la siguiente escena, el profesor Facundo habla con Fernán su alumno,
mientras ven desfilar los hipócritas por la fiesta en la gobernación.
Si en el capítulo antecedente cita
frases de Matiz, “Robles”, aquí hace un dibujo de las características de la
sociedad y de los pobres que como el poeta, trascienden por encima del
dinero. La mirada del profesor es el
reflejo del huilense ante el espejo, de esa
sociedad pacata y frívola, estúpida, de neivanos falsos. Y quien escucha al
profesor es ni mas ni menos que el futuro criminal.
Al final el autor se transfigura.
El crimen ocurre en la novela de
forma contraria a la real, donde no se menciona el nombre de los PERDOMO como
flaco favor a esa familia.
Este crimen así narrado,
es similar al de Gaitán que se producirá 24 años después.
Entonces el novelista se hace contradictorio.
Si en la página 9, habla de evocar
en su novela que se inicia, al bravo y único y verdadero héroe del Huila a
quien prefiere llamar Héctor Robles, este toma todos los atributos de REYNADO
MATIZ, pero antes que ceñir el crimen del héroe a la historia, termina matando
a Robles como lo hiciera Roa con Gaitán y por si fuera poco, en premio a los
criminales, mata a su madre con el haz de luz eléctrica que fue una muestra del desarrollo que este
liberal trajera de Alemania, oscureciendo su grito de protesta.
Contrasentido, porque adjuró del
nombre de REYNALDO MATIZ y lo refunde con el de GAITAN con igual magnicidio.
Eso a lo mejor para evadir
responsabilidades con la novela histórica o con la historia futura.
¿Pero como va a privar al huilense
de enterarse como aconteció el asesinato de su único héroe?
¿Innominado por su propia pluma?
¿Ese era el verdadero temor que
vivía el pueblo huilense?
¿Ver sobre su propia sangre “La
sombre del sayón”? ¿Y sólo temerle al Sylabus?
¿Y porqué calló el nombre de los
asesinos? ¿El del autor material? ¿El nombre de ARCADIO PERDOMO un magnicida
igual a Roa?
Al final y por las mismas razones
agradece mas bién a Max Duque Gómez, godo redomado, por apiadarse de algún
liberal, como si en nombre de la cobardía, familiaridad o interés, quisiera
encubrir el apellido CRIMINAL DE LOS PERDOMO, para seguir hasta hoy creyendo
que:
“El frívolo público lugareño suele ser también pueril en sus envidias,
gofo, inepto”.
MARCO POLO
Altillo de Villanova
Bogotá D.C. Diciembre 7 de 2017.
Buenas noches. Quisiera que me ayudaran a conseguir el libro La Sombra del Sayon. (Copia, PDF, prestado, vendido) lo necesito para mi monografía de la universidad. Mil gracias
ResponderEliminarHola Ariana gusto en saludarte. Si depronto conseguiste el ejemplar te agradecería me dieras algo de información ya que es una pieza icónica que me gustaría leer para una investigavión. Igualmente me gustaría leer tu monografía. Gracias y salu2
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