JAIME MORENO




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Cambiar al sistema o al hombre


El tema de la lucha magisterial aparece en la pluma del ex consejero de estado Jaime Moreno, otrora litigante laboralista, activista y pensador de los maestros, con, “Alguien anda detrás del presidente”,  su última novela.

Su relato trae a cuento la gloriosa  Asamblea de la Federación Colombiana de Educadores que planteó la necesidad del Estatuto Docente como solución exclusiva de la educación, antaño manejada con criterio gamonalista en la historia del país.
Es probable que la incredulidad, o ineficacia de esas luchas provocaran al menos la necesidad de cualificación o claridad de una dirección en las luchas populares. Porque de las mismas debió surgir los enfrentamientos  intestinos a todo nivel, atomizados  por cuanto culto e ideología se pretendía instalar como salvación entre los mismos elementos del pueblo. De ahí la farsa, de ahí el lenguaje humorístico planteado para hechos de igual factura. Una tragicomedia que solo se asimila con la parodia, con el chiste de la política de los años sesenta que permitió el final de otra pantomima como la del Frente Nacional y el propio fraude electoral en contra del Teniente General Rojas Pinilla, la que con el movimiento magisterial surgió o permitió el nacimiento del M19 en el colegio de Santa Inés del centro de Bogotá o en el pueblo real de Seminario en otra novela, del autor de éstas palabras.
Es probable que la historia así contada y vuelta ficción, refresque un tanto la memoria y pese a los atropellos y a la misma sangre, nos lleve a discernir los mismos deseos de poder por parte de una dirigencia aún de izquierda, carente muchas veces de seriedad y empujada a la aventura, para llegar a constituir una verdadera alternativa frente a la vulgar forma de hacer política de los detentadores del statu quo. Esa carencia de profundidad ideológica, de ideólogos nativos, es la que apunta a señalar la falta de madurez para proponer al pueblo la real necesidad de llegar al poder.
La novela no propone una salida y no debe proponerla, cuando al final por el contrario, 40 años mas tarde, los mismos dirigentes siguen clamando por el mismo Estatuto docente, con dirigentes cercenados de sus extremidades o comprados por el poder.
Esta parodia de la historia, “Alguien anda detrás del presidente” nos podría indicar mas bien que al mismo, sólo lo acechan las jóvenes mujeres que avizoran el poder a partir de una noche de amor. Pero en nuestra propia realidad también, nos hace ver que la lucha por el poder para el pueblo, justificada por las armas o por la farsa del voto es y sigue siendo una utopía en Colombia.
Que la misma lucha armada por recuperar el poder que la Anapo ganara en las urnas, no fue mas que un sueño, donde el pueblo educado en el abstencionismo, peleó por primera vez con el voto, por un dictador y que obtenido el mismo, lo volvió a perder con el establecimiento.
Y no podía ser de otra manera. El pesimismo inútil de cien años electorales, nos viene demostrando que la democracia griega no es mas que una utopía clásica, que no señala lo único oculto:
La clase esclavizada, de la cual no se habla más en los libros de política.

La forma de la novela se desarrolla desde una tercera persona que despliega los hechos principales, con otras voces internas, para denotar el desarrollo de esa anarquía que es una asamblea ayer, hoy y siempre  y poder relatar dos secuestros que llegan al mismo sitio de la historia, la inutilidad de los grupos de extrema de uno y otro lado.
El nacimiento de otro grupo armado el mismo día del paro magisterial unido al fraude electoral de 1.970, contado con el lenguaje desabrochado de ese  narrador que todo lo ve con la ironía y la mofa del que estuvo allí.
Es una verdadera sátira al ejercicio político de derecha o izquierda en Colombia.

¿Existirá otra forma de contar la misma farsa?
¿La tragedia en “Cien años de soledad” acaso da esperanzas?
¿No es la admisión de una verdadera condena?
Entonces, nada mejor que la comedia para hacer nuestra autocrítica y hurgar la historia reciente de nuestra patria boba, en éste país de cafres, ilusos e ignorantes, quienes se siguen absteniendo de votar por la necesidad de tener que exigir “un cambio de sistema”, sin haber cambiado primero al hombre.

Marco Polo
Altillo de Villanova
Mayo 27 de 2.014. 













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