EN LA FILBO.
De negociantes y
ladrones
A
veces es necesaria la decepción, porque nos obliga a encontrar respuestas.
Pero, la de la Filbo la hemos
experimentado año tras año, que simplemente se nos volvió tozudez.
Repetir
que la inauguración es para políticos y lagartos invitados, a la que no tienen
lógica prelación los escritores, que debieran ser el alma y la dirección de la
feria. Lo cultural cede a lo político.
Luego
viene el total desarrollo del negocio que se inicia con las filas, la carencia
de parqueaderos y baños decentes y los sobreprecios de las comidas, en los que
el país invitado simula contra los posibles compradores un menú que no es de
ninguna forma francés, porque su ratatouille
más pálido y desabrido que el arroz,
no responde a las expectativas y la
carne es mas grasosa aún, que la pequeña rellena con que pretenden adornar su
plato de carnes, como si fuera el palacio del colesterol, para rematarnos con
vino argentino de doble precio. En cuanto al caro menú del restaurante Arco del cuarto piso, no diré que el
chef no se esmeró, pero haciendo
cuentas, unos cien gramos de pargo gourmet, con seis papas triangulares, cuesta
cincuenta mil pesos y se debe esperar unos cuarenta minutos para su
elaboración.
Los
paseantes, que son la mayoría de los que pagan la boleta de entrada, deben
pensar bien, si invitan a su familia a almorzar o compran un libro. Y
justificamos a la mayoría, que simplemente hace de familia miranda y salen cansados y aburridos con la única revista que
regala la Filbo, sobre la
programación que no alcanzan a leer, mucho menos a asistir, por las desesperantes filas y
que denominaron:
“Todos somos libros”
Pero
libros paseantes, como el que llevé este año para promocionar mis últimos
ejemplares de Armas de Juego y que no pude exhibir en el stand del Huila. Porque dizque la secretaria
de cultura lo prohibió, como me lo hizo
saber Esmir.
Burda
política, si tal secretaria de “cultura” del Huila, no nos promociona, ni nos
deja promocionar nuestro libro, a nuestro coste y por nuestros propios medios. ¿Es eso una feria?
Debí
entonces, acarrearlo hasta el stand de BOYACA, sin ser nacido allí.
Por
eso, aunque pudimos comprar varios libros, debimos manifestar desde el pasado
martes:
“La feria del libro no es para vender
nuestros escritos. Es para reponer con libros, nuestro abismo”.
No
podemos quejarnos entonces, de ser un país de dos libros per cápita, leídos por
año.
Llegamos
a pensar mirando nuestro departamento, que a lo mejor la huilensidad es únicamente la música y el sanjuanero , porque la
coreografía es de origen clasista, mas sus políticos adulados con sendos libros de tapa dura.
Pero
no es para desesperar.
De
pronto en las últimas sillas de la carpa que adjudicaron al Huila, encontramos
varios amigos. Dos de la familia poeta, Agudo-Angulo,
y un narrador que resultó ser Nachito Murcia,
a quien le pregunté desolado, si valdría la pena seguir en mi labor de escribir
el blog dirigido a los huilenses, que no
leen la mayoría de mis paisanos escritores.
Su
respuesta fue vivificante.
Primero
me fue contando, que robaron su apartamento.
Que sustrajeron
su portátil y la bicicleta. Pero además, lo más extraordinario: Su ejemplar de
la novela ARMAS DE JUEGO sobre la que trabajaba para unos talleres.
Seguidamente,
me dijo de forma salvadora, que muchos profesores de la Universidad no leían
nada, pero que le constaba de estudiantes que aprovechaban la lectura de
LITERATURA Y MISTELA, mi blog.
Entonces
quise conocer esos muchachos que han leído mis sencillas reseñas de libros y
que al menos debía bosquejar la hermosa historia, donde los LADRONES de mi
tierra han lavado mi decepción y son los únicos ladrones cultos, que felizmente
robaron mi libro, porque no tienen dinero para venir a la feria a hacer filas
para comprarlos.
Marco
Polo
Altillo
de Villanova
Bogotá
D.C.
Abril
30 de 2017
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