BROOKLIN FOLLIES

EL PODER DE LOS LIBROS Y LO REAL













Un hombre regresa al barrio de su infancia a morir.
Resuelve que va a escribir un libro de anécdotas que denominará “El libro del desvarío”. Un texto que al leer éstas páginas no vemos, pero que al parecer se trata de aquel, al que el autor nos hace ingresar y vivir.
Morir es el fin. Pero aquí,  la finitud es el comienzo de la vida.
La probable anécdota de la insignificancia, en seres anónimos, se dispara hasta el cielo de los mas afamados personajes, sustrayendo el olvido que deja el final.
El hermoso contenido de una velada vida inocua,  por desconocida. La anodina vida de los anónimos. Esa es la verdadera vida que contiene valor.
En su ya acostumbrada forma de narrar, Paul Auster no solo combina todos los arpegios del arte narrativo sino que hace posible la fusión de géneros donde la contradicción ficción - realidad se vuelve un embeleco de críticos ignaros de la esencia de la literatura: La vida.
Y la vida por muy dramática que sea, palpita. Alguna de tantas células narradas exhalan su nota de alegría, haciendo que el torrente vital borre su oscura existencia y se torne simplemente feliz al momento final, al concluir la historia de las historias.
Que alegría volver a leer a Paul Auster sin que nos impulse su fama de escritor, sin que sean los reconocimientos los que nos permitan acercarnos a su palabra. Es la necesidad de consultar su visión vital de su metrópolis.
Porque todo lo que cuenta parece recién acabado de vivir, para unir en retazos el cuento infinito del hombre.
Es lo que vale.
El eterno narrador contando historias, para impedir que la gente muera de olvido en el mundo, así varios aviones hayan derruido el símbolo de poder y civilización en New York y los tres mil cuerpos tiendan a quedar solo en una inmensa placa oficial.

Siempre vi que los libros servían para algo más que leer.
Los comics me llevaron a soñar un curso por correspondencia para perfeccionar mi talento al dibujar, desde el calco de los hermosos dibujos a color de mis historietas. Los libros me acercaron el mundo y mi nombre se conjugó en la aventura. Con ellos aprendí a cantar versos de paisajes y dolores de piel y espíritu. También un libro sirvió para que aprendiera a conducir un automóvil, trazar un pedazo de tela o escuchar que plantas aguantan la compañía del hombre solitario. Los libros me iniciaron en la educación sentimental y con ellos avizoré el arte y el aprendizaje de mi propia palabra y conocí países y lenguajes  y vi que las razas eran idénticas a lo humano en cualquier confín. Con los libros me hice profesional en la hermenéutica de las leyes y de los hombres. Mis autores me enseñaron desde la risa al olvido, desde la broma a la  comedia y la tragedia con que camina cada hombre en su infinitud.
Con Brooklin Follies, la novela de Auster que me han inspirado éstas palabras,  he pretendido conocer un poco mas de la capital del mundo, porque me he persuadido al fin, de un viaje a la babel del poder y la especulación del dinero, de la política y el marketing,  a lo mejor cuando la taquicardia arriesga el bongó de la vida.
Con éste libro no solo reconocí calles y parques que obran en el Google Map, y las líneas del NYC Subway, sino que encontré refundida en sus páginas una antigua tía, en un pueblo desconocido como Hopewell Junction y acabo de vivir la vida con unos personajes desconocidos, que con su vida han alegrado la mía.
¡Ah, el poder de los libros!
 Como los dibujos de Altamira, casi me llevan volando a esas calles que intentaré volver a dibujar, reales desde éstas páginas.

Marco Polo
Altillo de Villanova
Bogotá D.C.
22-VI-2016.


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