NATHANIEL HAWTHORNE

La letra escarlata




(Pecado, derecho y subversión femenina)

Por éstos días adquirí la versión en película, de La letra escarlata, de Win Winders. Que es su primera película.
Me pareció bastante simple, pese a querer estar ceñida a la novela.
Debí rebuscar la versión donde Demi Moore, apasionada en su interpretación y pese a no seguir la literalidad de la obra, recrea con suficiencia, al personificar la heroína y que viene a cuento en éstos días en que pretendemos elevar la lucha de la mujer en la historia universal.
Ésta como un emblema femenino.

Nathaniel Hawthorne nacido en Salem y que renegara de su antepasado, ese que llegara a quemar 19 mujeres por brujería, un puritano en plan de reivindicación, se sumerge en su cargo burocrático, tedioso y gris para sacar de él los supuestos manuscritos del inspector Pue, que contarán la historia que relatará a continuación y que justificaría su trabajo allí como nos lo hace saber en “La aduana” la introducción a la novela.
Si, Hawthorne es la base de la literatura norteamericana, con Melville y Poe, su nacimiento como escritor, son sus cuentos y la cima, la novela que tratamos.

Se trata de una mujer migrante, joven y pura que al ser abandonada por su marido, cae en la necesidad de los placeres y es seducida por su propio cura con el que ejercita su natural e ilícita pasión, siendo descubierta al momento de parir una hija sin la presencia del padre y por ello llevada a un juicio público de machos obtusos, que pretenden que la mujer señale su amante. Ese preciso día regresa su esposo al pueblo y se mimetiza como el médico, quien asume su propia venganza, ubicándose en secreto muy cerca al cura para procurar su desaparición, intimidando a la mujer a no contar su regreso.
Así se produce la venganza del esposo. Y se carga a la mujer con su pecado y el del cura y encima se estigmatiza la inocencia de la hija, que pese al señalamiento seguirá siendo la dulce Pearl.
La historia se resuelve con la altivez y diafanidad de la mujer, que pese a su castigo sigue viendo su debilidad, como una cualidad de lo humano en su género y no se arredra para mantener su cabeza arriba y ubicar a su hija por encima de tanto prejuicio, sin que puedan llegar a quitarla de su lado, como fuera la propuesta, por ser hija del pecado y portadora del mal.
Si bien la historia sería casi inconclusa porque ameritaba un castigo para los hombres de igual catadura a la que son capaces de imponer a HESTER PRYNNE, la de llevar sobre el pecho la letra “A” roja, como señalamiento de ser adultera. El castigo del reverendo Arthur Dimminsdale su amante, es la manifestación pública de su pecado al final en el mismo patíbulo donde la mujer en el juicio inicial, no lo señalara como el padre de su criatura y la mágica aparición en su pecho de otra letra A tatuada en la piel viva, que pudo ser provocada por el poder ponzoñoso del esposo(Roger Chillingworth) o por la  auto tortura que se infringiera, y que provocara su muerte que podemos imaginar como deseemos, producto del mal del marido o producto divino como a muchos puritanos nacionales les agradaría.

El tratamiento es el de una leyenda, como lo es Nathaniel Hawthorne, puritano y predicador, quien llegó a nosotros con sus cuentos fantásticos de brujas y mujeres de magia negra y que no puede deshacerse de su capa puritana para referir en  este cuento la historia norteamericana, desde el punto de vista de la fábula que coadyuve purgar de su religiosidad la mancha y el pecado oscuro del ejercicio que como reverendo y cura representante de una sociedad podrida, su ancestro fue capaz a nombre de la iglesia, de quemar mujeres y estigmatizar aún la maternidad por el lujo machista de culpar a la mujer de las atrocidades que el deseo y el adulterio sólo señalan como pecado en la mujer.
Contado como una leyenda, éste cuento pretende poner una cura de teología a la putrefacta religiosidad ignara de un grupo que se enquistó en la cultura norteamericana para proseguir en la oscuridad de sus vestidos, ostentando la severidad aparente de la hipocresía quemante de la lujuria, tan elemental en lo humano.
Engaño, venganza, traición unidos en un trío de los mas extraños seres, una joven y hermosa mujer, un cura joven y un viejo olvidado, el esposo.
La mujer se supera con el castigo. Pero el cura debe soportar la viva venganza de quien ignora, es su vil rival.
La mujer pese al castigo llega a ser  una reina de la luz y la justicia, con la belleza juvenil de cualquier mujer. La madre, al parir con dolor y la adalid de la liberación femenina que no permite que las simples costumbres religiosas hundan en la oscuridad la pasión real de la mujer, su derecho a la vida y al placer y la dureza de triunfar sobre la ignominia del castigo injusto. Amo y defiendo a ésta mujer que ama la claridad por encima del pecado.
La unidad de ésta obra, nos permite recomendarla a todas nuestras féminas y varones machistas, que aún no saben lo insubstancial del pecado, frente al derecho y la libertad.

Marco Polo
Altillo de Villanova

Bogota, Enero de 2016.

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