Dos Huilenses en el encuentro Universal de Escritores de Santander.
Memoria
histórica, virtualidad y papel
Con el encuentro “Vuelven los Comuneros”, que se lleva a
cabo en Santander, se rescata para el
terruño, la historia no oficial que sus gentes han aprendido a señalar, en las
esculturas de José Antonio Galán, o de Manuela Beltrán en el Parque Nacional
del Chicamocha, señalando al jerarca pretendiendo cercenar la verdad del
pasado.
Ahora con las voces de nacionales y extranjeros se revive
el relato “Comunero” como la verdadera gesta de un pueblo que desarrollara su
rebeldía sobre la superficie de una hoja de tabaco, antaño grabada para
financiar con ridiculez " la armada de Berlovento".
Y de ahí los gritos enardecidos, los brazos arriba en la
protesta y la ruta señalada que incendió y marcó el camino libertario de la
emancipación de América.
Esa labor de volver por la memoria histórica, urgida de
ser grabada ahora en nuestros libros, es uno de los objetos fundamentales de la
literatura colombiana que estimula en nuevos lectores, los momentos ciertos de
una verdad que servirá de sustento a las nuevas generaciones para evitar otros “mesías” de una sola verdad, que intente disfrazar cadenas de odio para enrarecer otra
vez el límpido decurso del desarrollo de los pueblos.
La libertad.
El sentimiento por lo nuestro, para un país que reclama
ese arco iris que burla el gris, en el cañón del Chicamocha.
Si alguna vez Enrique Vila Matas debió escribir una
novela, para recordar en el “Blomsday”, la fecha en que Joyce conociera a su
Nora Bernacle su esposa y verter en
"Dublinesca",
su temor a que lo escrito en un 16 de junio cualquiera, pudiera ser borrado por
el supuesto fin de la era Gutenberg y
con ella el comienzo del dominio de los nuevos “ensimismados” del mundo de la
cibernética, es porque planteó, que la realidad virtual puede dar al traste con
el libro de papel.
No podemos negar que esa copia de la nano tecnología para
un término como memoria RAM no pretendiera intentar suplantar el verdadero
ejercicio de la memoria real, ese
metabolismo eléctrico de los impulsos mentales para producir una palabra, una
frase, o el pensamiento total de una filosofía o de un sentir popular.
Ese proceso es parecido, pero imposible de repetir por la
máquina que nos quiere secuestrar por dos pulgares a todos con sus hijos y con
ellos a la nueva generación autista por
jugar en la virtualidad, por días seguidos, por noches profundas que los hacen
merecedores del término nuevo HIKIKOMORI , creado por los japoneses, para ese joven actual que sacrifica hasta su propio
sueño por jugar con el PS4. Termino exacto acuñado por inventores y
desarrolladores de las máquinas virtuales para hacer de ellos unos seres
vueltos únicamente a su mundo interior donde el otro, el vecino no hará parte
de su historia perdiendo la memoria del mundo, del recuerdo de nuestros
pueblos, tornándolo solitario e insocial, paria del mundo en eterna soltería.
Más, el libro
escrito es la única forma de verdadera liberación.
Usar la tecnología, pero, a favor de lo humano.
No hacer de ella la única herramienta, que evite el
diccionario por seres dibujados en la imaginación que sólo saben matar y
recobrar vidas en el juego de grandes dibujos de cómics y bandas musicales que
alucinan los sentidos.
El libro puede ser olvidado si, unos días, pero será por
siempre nuestra memoria contra el Alzheimer.
Y la memoria es lo único humano.
Si nos atenemos a esa catastrófica enfermedad del olvido
que no nos mata, pero si nos hace un vegetal, al no recordar siquiera, para que
sirve el sexo.
Estas reflexiones fueron tema central para un
conversatorio en que participaron dos escritores Huilenses, Benhur Sánchez
Suarez y Marco Polo y los tolimenses, Carlos Orlando Pardo y Héctor Sánchez.
Marco Polo
Altillo de Villanova
Jueves 14 de Septiembre de 2.014.
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