Que los best sellers nos remitan al infierno



He leído en los últimos años, fuera de los best seller colombianos, algunos universales, los del poder multinacional. Y lo he hecho con la cautela conque observé a los nacionales, buscando las correspondencias, los temas y las técnicas para intentar nuestras propias frases.

Cuando leí a Dan Brown y el Código de Da Vinci, sentí que el escritor no era un sujeto. Sino un grupo, un equipo, un negocio de muchas personas cuyo GERENTE era Brown. Entonces magnifiqué la técnica de la escritura por capítulos, donde a lo mejor se contaba cada palabra y se jugaba a mantener al lector sobre la página, en pequeñas secuencias de interés que iban in crescendo, al descifrar en el capítulo siguiente un pequeño enigma y al final plantear otro nuevo.

Meticulosamente cada capítulo fue planeado en ascenso hacia una propuesta muy en boga de nuestra discutida actualidad. ¿La mujer ha sido excluida en general de la vida machista del ser humano? ¿Es necesario diferenciar para igualar? ¿Decir, la niña y el niño al tiempo para no hacer exclusiones? O ultimar el hermoso termino poetisa, para masculinizar la ternura de la mujer. Esa es la fealdad política dentro de la mecánica de la lengua.  Un contrasentido, pero el interés en participar en el nacimiento de la polémica desde la propia Biblia, es la que dota al libro de persuasión, de que estamos ante alguien que descubrió el agua tibia.
Luego vendrá el desencanto al descubrir que podemos proponer mil libros para buscar el Santo Grial y al final, cuando lo hallemos, propondremos la búsqueda de otro Nuevo.
La esencia de lo humano.
La inconformidad.

Cuando leí a  Ken Follet, ya tenía los tiquetes para viajar a Europa y me urgía conocer un poco mas de cerca lo que significaban las Catedrales, no solo como un símbolo de poder y trascendencia o eternidad del respectivo obispo que comenzaba la suya, sino también la utilización de la arquitectura en la elaboración literaria ya apreciada y llevada a la cima por MARCEL PROUST.

Entonces con dedicación también hice inmersión en las mas de 1.300 páginas de los PILARES DE LA TIERRA pero al llegar al final de la primera parte, noté que las bases de la catedral a las 400 páginas caerían, no tanto por falta de cálculo de ingeniería en la atracción y técnica de la obra, sino porque “la simple ficción” no permitía dar muerte a una bruja que espetó a uno de los personajes oscuros de la obra, el cardenal Waleram, con una maldición. Y aquel, investido como estaba, de poder inquisitorio hubiese y debía haberle buscado un lugar en la horca de otro ejecutado en ése momento. Pero si hubiera acabado a la bruja, la novela, las otras ochocientas páginas se hubieran echado a perder. Entonces resolví seguir la novela ahora, desde el punto de la creatividad para la cual estaba hecha, para el CINE y compré en BluRay la serie y me ahorré el desgaste visual de mi astigmatismo, con una hermosa puesta en escena, donde no era tan notorio el traspiés y volatilidad de los cimientos de los Pilares de la tierra.
Igual me ocurrió con Juego de Tronos, del cual sólo adquirí los discos y ni siquiera terminé de ver la serie.
Este no era un velado libro, sino directamente un guión. El negocio para una extensa serie televisiva, con dragones, abundante sexo y decapitaciones, escrito por un especialista urgido de fondos.

Cosa similar ocurrió con Inferno del mismo Brown.
Otra voluminosa obra, a la que por las experiencias anteriores no tomé con tanta seriedad y mas bien, procuré leer con placer y distracción antes que considerar un gran aporte a mi vida cultural.

Claro, se repetía la técnica, ya no tan perfecta, pero sentíamos que la novela era otro guion, para la segunda parte de la de Langdon, que nunca debió ser Tom Hawns en el Código, sino, pese a su edad en mi casting, elaboré el papel para Harrison Ford.

Allí peló el cobre nuevamente Brown y con desfachatez, nos brinda toda la suerte de productos que la tecnología, la moda y farándula ahora, venden por intermedio de las páginas del novelista de forma casi subliminal, a la usanza de la música. Así llegamos hasta la cámara de video Go Pro impulsada por un drone de cuatro hélices que en H&B de la Quinta avenida de Nueva York se consigue por mil dólares. Trajes de marca, etc.  y otros gadgets de moda. ¡Qué vulgaridad!
Ya no busca meternos en la discusión del machismo, ni en el tema del closet de actualidad, ni es tan importante la teoría del  transhumanismo que al final se olvida en la novela. No. Se centra en dos ciudades muy frecuentadas por él y fletadas por sus editores para que escriba: Florencia y Venecia.
Prometo, no ir a la premier de la película de éste guión de bandidos y persecutores.

Eso sí, ahora mismo agradezco a Brown, por haberme mandado directo al infierno.

Si, he retomado los pasos de Dante, y ahora tengo su libro en la mano, tres tomos de los preciosos versos, en dos idiomas, que he preferido releer casi en voz alta.

Marco Polo

Altillo de Vilanova
Martes 11 de Febrero de 2.014

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