ANTES DE QUE CAIGA LA NOCHE
Desertar de la vida o de la subversión
Dos interrogantes.
El del momento luctuoso del ingreso a la guerrilla.
Y el brillante del intento de deserción.
Para ello el autor regresa a su propia historia. La
nacional. La que lleva más de cincuenta
años al ritmo de la muerte, sin panfleto.
Desde la parcela en su natal Caldas, el personaje
principal buscará la solución de su futuro y el de su familia. Un Seminario, el
servicio militar. Los avatares para ponerse a tono con lo legal por medios
ilegales. El país corrupto de siempre. El primer empleo, luego del
bachillerato, el único a que se podía aspirar con el de policía: el de maestro.
Y el recorrido por la geografía en busca de asiento, alcanza a ser un relato de
vida.
La llegada al Huila y la necesaria inclusión en los
focos de protesta. Un paro nacional del magisterio y sus consecuencias, lo
obligan a desertar de su noble labor y resolver el primer interrogante. Buscar
la guerrilla como solución, sin haber aportado algo a su numerosa familia. ¿No
fue más heroico el maestro que se quedó?
La adopción de una nueva religión en la que tampoco
encuentra a Dios.
La pérdida de media vida para llevar la guerra a sus
propios campesinos. A su sangre, en el mayor sinsentido de su vocación.
Experiencias irreales, amores imposibles dentro de una
militancia inútil, que casi transforman en pancarta el libreto
de la igualdad, que a veces permea el propio relato, con el discurso de época
en latente esperanza. Ese, que ya la historia desmoronó en muros de la Habana o
de Berlín.
A veces escuchamos al propio autor por allí como un
reportero crédulo del pasado, armando otra historia de amor imposible, con muy
buena técnica, sin que aquella incida en ésta. Ya que el propósito de la deserción
sólo se produce a medias, como si el frente guerrillero del cuento necesitara oxígeno, para
pensarlo otra vez después de medio siglo, antes de su entrega, o es el tiempo
que el autor comienza a contar antes de que les caiga la noche.
Este amargo tema no queda resuelto, pero felicitamos a
su autor RODOLFO AGUDELO por intentarlo.
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