YINETH ANGULO.

MI PATRIA ES UN SOLAR.

AUSENCIA.






He regresado con Yineth a la novena. Antes de la calle prohibida antaño, para poblar otra vez de música los recuerdos que surgen intempestivos de su patio, tan vecino al mío. Con ella torno a su oasis donde pululan las cicatrices del recuerdo en la piel de otra mujer que vimos pasar con el interior ya inmune al dolor, como si todas nuestras quebradas de la infancia estuvieran purificando su putrefacto  olor con el aroma del recuerdo.

Porque nuestro mundo de allá es igual al de todos los poetas. Tan grande como el recuerdo de ese solar que nos dotó de magias para volver a esa casona dotada de tesoros donde ni siquiera el dolor de la soledad y el frío de la noche mitigan el dolor de la partida, con el temblor del ser.

Son los destellos milagrosos de la respiración que se hace brumosa cascada y el alado sino de la visión del tiempo.
Por eso con la sencillez de un pájaro, pudre su armas de orín, para que el silencio del recuerdo se ilumine.


Allí con el rumor del río de la patria, encontramos las palabras arrumadas en nuestros propios libros. Seguros de que seguirán volando a las orillas de la solitaria "tapera" las casonas de nuestros pueblos, cayendo a pedazos con esas notas manchadas de nostalgia que no podemos sustraer al tiple, a la quena, a la tambora del huilense.





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